Los actores que interpretan a los famosos hermanos de El marginal hablan sobre la cuarta temporada de la exitosa serie y el fenómeno que no para de crecer.
Otra vez El marginal, y de inmediato, el éxito sin freno: Los Borges se convierten en sensación. En redes, en las noticias, en la adicción que generan sus episodios. Es que hay algo que está claro: los hermanos son el alma de la serie, y lo han sido desde el primer momento. No muy entrado el debut de El Marginal, los hermanos Borges, Mario y “Diosito” se quedaron con la simpatía del público. Es más, se convirtieron en los personajes más resonantes, en redes y en su eco ficcional, de la edad dorada de la series en nuestro país. ¿O qué otras invenciones pueden competir con la potencia de El marginal a la hora del fenómeno social nacido como contenido, como serie? La cuarta temporada del show de Underground muestra las andanzas otra vez de los personajes interpretados por Claudio Rissi y Nicolás Furtado, Mario y “Diosito” Borges.
—¿Creen que hay algo que ustedes saben de Mario y Diosito que nadie sabe, algo más relacionado con el simple hecho de pasar horas siendo esos personajes?
CLAUDIO RISSI: Sí, sí. Yo creo que los actores conocemos más a los personajes que los autores. Es lógico, los autores tienen que escribir 50 personajes y yo tengo que hacer uno solo. Entonces terminó conociéndolo más yo que el autor.
NICOLAS FURTADO: El autor escribe lo que el personaje dice, pero el actor es quien tiene que determinar lo que él personaje siente, piensa, tiene ganas de hacer y no hace, las contradicciones que tiene y no hace, las cosas que no salen a la luz. Las debilidades que no se pueden ver en algunas líneas, pero sí están en el subtexto. Eso es algo que nosotros creamos para el mundo interno del personaje.
R: Los Borges básicamente son emocionales, entonces, son cuestiones emocionales que se van descubriendo en la medida que vas haciendo el trabajo. Yo por lo menos no es que tengo un script que diga que cosas le faltan decir a Mario Borges, o se aguanta de decir, o realmente quiere decir. Eso lo voy viendo como van a apareciendo en las escenas, y eso me dan referencias a cosas que no estaban pensadas. A veces ahí aparece una tensión más en el personaje, de algo que está reprimiendo. La represión genera una tensión mayor. Bah, qué sé yo. No me internaron porque soy actor.
—¿Qué creen que representan los Borges en la ficción argentina? Sin dudas son los personajes más populares nacidos en la ficción argentina de este momento donde los contenidos, las series, se producen como nunca antes.
R: No sé… Son personajes que están cruzados por amores y odios todo el tiempo. Son violentos por consecuencia de las acciones que llevan adelante. En el caso de Mario Borges es una elección ser un delincuente. Son los emergentes de un mundo corrupto, no solo dentro de la cárcel sino también fuera de la misma. Es una sociedad enferma. Estos personajes son emergentes de esta sociedad. Eso pueden representar si los ponemos en ese lugar, y eso permite que alguien se sienta reflejado y no lo asuma de manera tan directa. Cosas que nos pasan muy a menudo con los personajes en las ficciones. ¿Por qué me atrae o me enoja tanto ese personaje?
F: Muchas veces el personaje dice algo que uno como actor quiere decir pero no diría, porque no se anima o porque no sabe cómo. Hay algo en estos personajes que hablan con tanta sinceridad, y eso creo le llega al público, y a eso le sumas la cuota de humor que ellos tienen, que hace que el público los elija. La forma de los Borges, y entre ellos, es muy atractiva y muy pintoresca. También hay algo tan simple como eso: se divierten con estos dos y los siguen eligiendo.
—¿Cuánto hay de instinto del personaje en ustedes? ¿Cuándo en un rodaje quizás dicen “eh, Mario y Diosito dirían esto…”?
R: Hay mucho de eso, hay mucho mucho de eso.
F: Si, hay muchísimo de eso.
R: El guión es el guión, sin dudas. Respetamos lo que venimos a contar. Pero de repente llega Nicolás, con tono, y me dice “Negritoooo… ¿viste la escena que tenemos? Vos sabes que la estuve pensando, viendo, y no sé a vos que te parece”. Y ahí listo. A la miércoles todo lo que había escrito el autor y lo hacemos nosotros.
F: Lo volvía loco, es cierto. Lo volvía loco. Lo reconozco.
R: Cuando decía “negrito”, listo, venía con un papel y, dale, a ver que a hacemos. A veces en los ensayos, en las pruebas, nos reíamos tanto, porque se nos ocurrían muchas cosas. Éramos generadores también. Pero siempre contando lo que teníamos que contar. El libro necesita un relato, y hay que continuar con ese relato. Pero nosotros a veces, es cierto, lo hacemos a nuestro modo. Sobre todo cuando Nico viene diciendo “Negrito…”. Ese tono cambiaba la escena.
Los malos que son familia
—Hay algo en los hermanos Borges que sorprende: terminaron siendo el epicentro del relato de El marginal, tanto por el cariño que se les tiene como por la comedia que generan. Por supuesto, sin dejar de lado su violencia. ¿Cómo trabajan ustedes ese vínculo entre los hermanos y como el relato descansa en ellos?
R: Sucede mucho en referencias de redes, que cuando aparecen determinadas escenas en que Diosito y Mario se pelean, cosa común, son usadas para ilustrar vínculos de familia, “igual que mi hermano y yo”, “¿ha visto tía?” o “Yo y mi hermana”. Su vínculo es una referencia para muchísima gente que adora el show. Es muy común verlos de la forma que te digo: como celebración, o exageración, de algo que define a muchas familias. En nuestro caso, en el caso de los hermanos Borges, esa disfuncionalidad es muy extrema, claro, por el lenguaje que usa la serie (y el que usan ellos dentro de la serie) o por las cosas que se les puede escuchar llegar a decir. Por las barbaridades que pueden llegar a decir. Quizás como acá en el El Marginal todo es tan desembozado, eso genera ese eco y los lleva a ese lugar de vínculos y de popularidad. Cuando los podemos ver peleándose entre sí, la verdad es que son dos ridículos. Pero no hay dudas que son un pequeño espejo de lo que ocurre en las familias.