El hecho de mantener relaciones sexuales con poca frecuencia nos vuelve menos inteligentes, entre otras cuestiones.
¿Se puede vivir sin sexo? Si, se puede vivir sin sexo, es una obviedad. Otra cosa es que practicarlo con una cierta frecuencia produzca una serie de beneficios tangibles y demostrados por la ciencia, tanto en lo que tiene que ver con la salud física como la mental de las personas. Y en cuestiones muy concretas. Por ejemplo, en este estudio publicado en Archives of Sexual Behavior, se concluye que la práctica sexual frecuente previene el declive cognitivo en las personas mayores.
Esta otra investigación recogida por European Urology, apunta a que los hombres que eyaculan un total de 21 veces al mes tienen un menor riesgo de padecer cáncer de próstata en comparación con los que eyaculan de 4 a 7 veces. Con las mujeres ocurre algo parecido. En este trabajo desarrollado por la Universidad de Michigan, los expertos coinciden en que la práctica de un sexo de calidad con relativa frecuencia reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Esto, en lo referido a los beneficios. Pero ¿qué ocurre si no se practica el sexo de forma habitual? Pues, entre otros aspectos, que se corre el riesgo de sufrir más enfermedades de forma global, puesto que existe relación entre el sexo y el sistema inmunológico de las personas. De hecho, en esta investigación llevada cabo por expertos de la Universidad de Wilkes en Pennsylvania, se pudo demostrar que los hombres y mujeres que tenían relaciones sexuales entre una y dos veces por semana, incrementaban hasta en un 30% los niveles de inmunoglobulina A, un anticuerpo que previene el desarrollo de virus que afectan principalmente a las vías respiratorias, el estómago y el intestino.
En lo que a salud mental se refiere, la ciencia ha demostrado que durante el acto sexual se liberan una serie de hormonas como las endorfinas o la oxitocina que tienen una gran influencia en el estado de ánimo. Por este motivo, hay estudios que relacionan la abstinencia sexual con un mayor riesgo de padecer ansiedad y estrés, e incluso depresión.
Como si de un círculo vicioso se tratase, la falta de relaciones sexuales también afecta a la propia sexualidad en sí. Por ejemplo, aquellos hombres que pasan largos periodos de abstinencia suelen tener un mayor riesgo de padecer impotencia o disfunción eréctil. Y la práctica del coito ayuda a prevenir la sequedad vaginal y a mejorar el riego sanguíneo, por lo que se mantiene en mejor estado el cuello uterino y aumenta el grosor de la pared de la vagina.
Por último, el hecho de mantener relaciones sexuales con poca frecuencia nos vuelve menos inteligentes. La causa la explica este estudio, que concluye que gracias al acto sexual, el cerebro de las personas favorece lo que se conoce como neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas.
La investigación se llevó a cabo por expertos de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, que pudieron comprobar cómo una exposición continua a largo plazo a la experiencia sexual, conduce a una mejora en la función cognitiva, informó La Vanguardia.