La mayoría son por extorsiones a comercios o empresas digitadas desde prisión, de acuerdo a investigaciones de la unidad de balaceras, integrada por los fiscales Valeria Haurigot, Federico Rébola y Pablo Socca.
En general un recluso se encarga de las comunicaciones y uno o dos delincuentes de hacer vigilancia a la víctima para luego dejarle una nota amenazante. Suelen ser los mismos maleantes los que después ejecutan una balacera contra el domicilio o comercio de la víctima para infundir temor.
Ante este tipo de fenómenos delictivos que van en alza en Rosario, los números permiten darle dimensión al problema: en todo el año 2021 hubo 1.500 balaceras. A esa cifra se le agregan 859 heridos de arma de fuego.
En los 40 días que lleva el año ya se cometieron al menos 200 balaceras. El número no es exacto, ya que a veces las víctimas no denuncian los ataques porque temen una agresión más feroz, según investigadores policiales.