Se trata de cinco vehículos que estaban en Buenos Aires y dos en Miami al momento de la muerte del chocolatero.
A menos de una semana de cumplir 18 años, Martita y Felipe Fort recibieron un nuevo golpe con el suicidio de Gustavo Martínez, el tutor que se hizo cargo de ellos desde que murió su papá. Mientras todo el drama ocurre, los mellizos deberán hacerse cargo del patrimonio que les dejó el chocolatero.
Más allá de las propiedades y el 33 por ciento de la empresa FelFort que quedará en su poder, también se encuentra uno de los valores más preciados del mediático: su colección de autos de lujo. Entre ellos se encuentra una Chevy Coupé que su papá le regaló cuando tenía 18 años y que compartió con su hermano.
“Mi papá me decía que no podía entrar a la fábrica en un Rolls-Royce, no le parecía lógico. Por eso mi primer vehículo fue austero”, recordó en una nota que dio a Cuidad Magazine un tiempo antes de morir. El segundo auto es un Mazda que compró con ahorros propios cuando tenía veinte años.
“Cuando era niño dibujaba la parrilla del Rolls-Royce porque me la sabía de memoria. Me compraba libros con las fotos y descripciones de los autos. Siempre le decía a mi padre que tuviéramos uno, ya que teníamos plata”, relató.
Cuando murió en noviembre de 2013, en un garage de Buenos Aires estaban estacionados un Mercedes-Benz Coupé CLK blanco, otro rojo, un Mercedes-Benz C 200 que usaba su pareja (Rodrigo Díaz), un Mercedes-Benz Clase E y un Rolls-Royce Phantom.
Fue para el séptimo aniversario del fallecimiento del empresario que Felipe y Martita tomaron un paseo a bordo de un Phantom edición limitada especia, con un trabajo especial hecho en madera, por la ciudad. “Ese es el auto que papá amaba y yo también. Estuvo parado cinco años. Se arrancaba para que estuviera en buen estado”, dijo Marta.