La historia de Pablito, el nene que recibió un hígado, conmovió a la población. Otros menores de 18 años están en la misma situación. En total, 596 santafesinos aguardan la operación que puede salvarles la vida.
“Hay decisiones que salvan vidas”, dice con firmeza y emoción el director del Cudaio Santa Fe, Mario Perichón. La frase, que encabeza la campaña de donación de órganos del Cudaio Santa Fe, no es un slogan sino una realidad cotidiana.
El mismo día en el que trasplantaron en Rosario a Pablito, el nene de 8 años que recibió un hígado a causa de una hepatitis fulminante, en la provincia se hicieron otros cuatro operativos. “Nuestro trabajo es durante toda la semana, las 24 horas de cada día”, afirmó el médico, quien señaló que detectar donantes para responder a la alta demanda es un desafío enorme.
En este momento 596 santafesinos aguardan un órgano, 21 de ellos son menores de 18 años.
Todos están registrados en el Sistema Nacional de Información de Procuración y Trasplante de la República Argentina (Sintra), tal como lo indica el protocolo. La mayoría precisa un riñón. Cinco de ellos esperan un hígado. Otro de los chicos necesita un corazón y hay uno más esperando un trasplante bipulmonar.
“Suele suceder que la opinión pública y los medios de comunicación se centren en un caso en particular, por diversas razones, como ocurrió en estos días con Pablo Albarez, pero lo cierto es que los operativos se realizan en forma frecuente gracias a la labor coordinada de cientos de personas, tanto del sector público como privado de la salud, que funciona muy bien en Santa Fe. Son decenas de personas, en cada operativo, que ponen sus conocimientos y su esfuerzo para que las cosas salgan lo mejor posible”.
La situación de Pablo, que este viernes regresó a su casa en Funes luego de que le realizaran un injerto en el Sanatorio de Niños, es un claro ejemplo “de cómo funciona el sistema”, señaló Perichón, ya que se trata de un niño que proviene de un hogar humilde, que fue atendido primero en un dispensario de Funes donde vive, derivado al Hospital de Niños Zona Norte y finalmente trasplantado en un centro privado, habilitado por el Incucai para este tipo de operaciones, sin que el operativo representará ningún costo económico para su familia.
Los pasos a seguir
Perichón comentó que “existe una base (Sintra) donde se suben los datos biométricos de cada persona, datos de laboratorio, de la enfermedad de base, información genética, el grupo de sangre” que luego se cruzan “con los mismos datos de los posibles donantes para determinar la compatibilidad”. De ser compatible se estudia de manera cuidadosa quién o quiénes recibirá los órganos (cabe destacar que son comunes las ablaciones múltiples).
“Todos los pasos son seguidos en detalle por cada equipo médico: el que hace la ablación, el que hará el trasplante y la filial de Incucai en cada provincia”, destacó Perichón.
Los médicos que tratan a un determinado paciente son los que lo inscriben cuando consideran que los tratamientos disponibles (para revertir o mejorar la patología que le provoca la insuficiencia de uno o más órganos) no han dado resultado, o porque se presenta una emergencia.
El Cudaio, que es la “pata” del Incucai en Santa Fe, supervisa esas decisiones y habilita la inscripción en cada localidad de la provincia.
“La información está disponible para todos los equipos de trasplante del país y también pueden acceder los pacientes, además de que tenemos en el Sintra una enorme cantidad de datos que son públicos y que son otra muestra de la transparencia y eficacia del sistema de trasplantes en la Argentina, algo que nos llena de orgullo”, remarcó el funcionario.
“Por más que un caso determinado tome vuelo a nivel público por distintas circunstancias, algo que suele ocurrir cuando se trata de un niño o de alguien conocido, la gente debe saber que las regulaciones que existen no permiten favorecer a nadie en particular sino a quien realmente necesita y podrá tener más éxito en el trasplante (por edad, condiciones clínicas, etc) en el momento en el que aparece un donante”, dijo.
Respecto a la necesidad de que haya más personas que apuesten a la donación de órganos, Perichón comentó que más allá de dejarlo escrito en el DNI, en el pasaporte, en el Incucai, “es muy relevante que cada uno de nosotros hable de su deseo de ser donante con la familia, con sus hijos, sus padres, con amigos, con la pareja”.
El especialista enfatizó: “Debe quedar bien claro que una persona optó por donar sus órganos. Un acto inmenso que puede cambiar por completo la vida de otro”.
Fuente: La Capital