Perdió el pene por una infección sanguínea. Al momento de colocarle uno nuevo, no disponía del oxígeno en la sangre y tuvieron que injertárselo en el brazo.
Malcolm MacDonald, cuyo pene se había caído en un inodoro por culpa de una infección sanguínea, no ocultó su satisfacción tras la cirugía que le practicaron y en la que le colocaron un nuevo miembro entre sus piernas.
La pesadilla de este hombre de 47 años comenzó en 2015 cuando tras sufrir el accidenten en el que perdió su virilidad, un médico le construyó un nuevo pene de 15 centímetros que no pudieron colocarle por no disponer del oxígeno suficiente en la sangre. Por lo que tuvieron que tomar una compleja decisión e injertarlo temporalmente en el brazo a su nuevo “compañero de aventuras”.
“Fue una operación de nueve horas. Lo primero que hice fue mirar hacia abajo y dije: ‘Oh, mi Dios. Lo hicieron bien esta vez’. Me siento como un verdadero hombre otra vez”, comentó tras la exitosa intervención a que fue sometido.
La fatídica jornada en la que su pene tomó un nuevo camino fuera de su cuerpo fue en 2010. Cinco años después, cuando parecía que podría volver a disfrutar de las mieles de su hombría, la vida lo volvió a poner a prueba y tuvo que convivir con él… puesto en uno de los brazos.
Por si fuera poco, los retrasos del propio hospital, sumado a la pandemia de Covid que azotó al mundo, significaron más complicaciones para el que el “aparato” financiado por el Servicio Nacional de Salud británico (National Health Service – NHS) con un valor de 50 mil libras esterlinas, tuviera que quedarse allí por más tiempo del planificado, con todo lo que significó en la vida de Malcolm.
Para muestra, alcanza un botón: “Una anciana una vez me pidió que sacara un artículo del estante superior de un supermercado, pero el pito se soltó y se balanceó cerca de su cabeza”, recordó entre risas y agregó: “Es algo para contarles a los nietos, ¿no?”.