Algunas imágenes de la despedida del suizo quedaron grabadas para siempre. Compartieron todo: de las carcajadas grabando un spot al llanto por el adiós al rival que lo marcó
La gente se conmueve en el O2 Arena. Se emocionan todos: jugadores, familiares, allegados y fans del tenis. El sentimiento atraviesa la pantalla de los televisores, laptops y dispositivos móviles. De pronto todos lloran cuando ven a Roger Federer quebrado en el alma. Una y otra vez. Y a su lado, la ola arrastra a su otra mitad de las canchas. Rafael Nadal también entra en shock. El gladiador al que las balas parecen no entrarle en la cancha como si fuese una suerte de Terminator. Algo pasa.
All the Fedal feelings.#LaverCup pic.twitter.com/WKjhcADFoe
— Laver Cup (@LaverCup) September 24, 2022
De pronto, los gestos que atravesarán la historia. Ambos, juntos, pierden el dobles en la Laver Cup frente a Frances Tiafoe y Jack Sock y Resto del Mundo iguala el score 2-2 ante Europa. ¿A alguien le importa? Federer acaba de convertirse en ex tenista, en ex deportista. Se sienta como puede en el asiento y a su lado está Nadal. El compañero de la última aventura. El rival de toda la vida. La angustia indescrifrable aborda a Roger. Es algo no tan desconocido para él, pero es la primera vez que sí siente que esto es distinto. Mueve su mano izquierda y aprieta la derecha de su archirrival, de su amigo. De, por qué no, su hermano menor. Será una imagen imperdurable. Que cada vez que la miremos, en fotos o en videos, nos transportará a ese momento. Mágicamente. Porque eso fue: mágico
.
Lloró con Mirka, su compañera de siempre. Trató de llevarles calma a los chicos, a sus dobles mellizos. Lloró con sus padres. Y lloró con Nadal. De pronto, en otra imagen para la posteridad, se ve al Big Three con las cabezas gachas en uno de los asientos donde Federer está derrumbado, Rafa casi igual y Nole parado detrás. Es fuerte. El serbio tuvo algunas sonrisas también, como si hubiera tratado de disfrutar del momento, pero fueron aisladas: no podía. El más circunspecto fue Andy Murray, el escocés que completó el Big Four. Con un respeto más flemático.