Más de 150 millones de electores deciden quien será su próximo presidente entre el actual -Jair Bolsonaro- y Lula, que es el mejor posicionado en las encuestas.
Más de 150 millones de ciudadanos votan ese domingo quien será el futuro presidente de Brasil por los próximos cuatro años (a partir del 2023), en unos comicios que están polarizados entre el candidato de izquierda y expresidente Luiz Inacio Lula da Silva y el actual mandatario de derecha, Jair Bolsonaro.
Los sondeos de opinión recientes le otorgaron a Lula una amplia ventaja. La última encuesta de Datafolha publicada el sábado mostraba que el 50 por ciento de los consultados que pensaban votar a un candidato dijeron que optarían por Lula, frente al 36 por ciento de Bolsonaro. La firma entrevistó a 12.800 personas, con un margen de error de más menos dos puntos porcentuales.
Además, las encuestadoras indican que hay cerca de un 30 por ciento de los encuestados que se niegan a decir por quien votarán y asignan la mayoría de esos votos “encubiertos” a Lula.
La presidencia de Bolsonaro se ha caracterizado por su discursor provocador, la presión sobre instituciones democráticas, una criticada gestión de la pandemia del COVID-19 y la peor deforestación en la selva amazónica en 15 años que ha merecido críticas de ambientalistas de Brasil y de todo el mundo, entre ellos el actor norteamericano Leonardo Di Caprio y el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Pero el mandatario tiene una base electoral que lo sigue por su defensa de los valores familiares tradicionales, su rechazo a la corrección política y presentándose como un protector de la nación ante políticas de izquierdas que erosionan la libertad personal y provocan inestabilidad económica.
La lenta recuperación económica aún no ha llegado a los pobres y 33 millones de brasileños pasan hambre pese al aumento de las prestaciones sociales. Como varios de sus vecinos latinoamericanos que lidian con una alta inflación y un gran número de personas excluidas del empleo formal.
Lula podría ganar en la primera vuelta
Los analistas estiman que es probable que Lula pueda ganar en primera ronda, sin necesidad de disputar un balotaje el 30 de octubre. Para que eso ocurra necesitaría más del 50 por ciento de los votos válidos, que excluyen los votos en blanco o anulados. Brasil tiene más de 150 millones de posibles votantes y votar es obligatorio, pero la tasa de abstención podría llegar al 20 por ciento.
Si se produjera una victoria clara de Lula durante el escrutinio de los votos, se estima una reacción adversa de Bolsonaro, quien viene cuestionando la confiabilidad de las encuestas de opinión -que vienen dando al expresidente como ganador- y hasta de las máquinas que se utilizan para el voto electrónico. Además, el actual mandatario djo 18 de septiembre dijo que si no ganaba en primera ronda, algo debía ser anómalo.
Los perfiles de Lula y Bolsonaro
Los dos favoritos tienen grupos fundamentales de apoyo: los evangélicos y hombres blancos para Bolsonaro, y las mujeres, minorías y pobres para Lula.
Lula, de 76 años, votará en el estado de San Pablo, donde fue obrero metalúrgico y líder sindical. Salió de la pobreza para llegar a la presidencia y se le reconoce la creación de un gran programa de prestaciones sociales durante su mandato entre 2003 y 2010 que ayudó a llevar a decenas de millones de personas a la clase media.
Pero también se lo recuerda por resonados escándalos de corrupción durante su gobierno, que involucraban a políticos y ejecutivos de empresas.
Las condenas de Lula por corrupción y lavado de dinero le supusieron 19 meses de prisión, que le dejaron fuera de la campaña presidencial de 2018 que según los sondeos lideraba frente a Bolsonaro. La Corte Suprema anuló más tarde la sentencia contra Lula con el argumento de que el juez no había sido imparcial y que conspiró con la fiscalía.
Por su parte, Bolsonaro, que votará en Río de Janeiro, creció en una familia humilde antes de entrar en el ejército. Más tarde se sumó en política tras ser dado de baja por su presión pública para que se subiera el salario de los militares. Durante sus siete legislaturas como parlamentario minoritario en la Cámara baja del Congreso expresó a menudo su nostalgia por las dos décadas de dictadura militar en el país.
Sus gestos a las fuerzas armadas provocaron preocupaciones de que su posible rechazo de los resultados electorales puedan contar con el apoyo de oficiales de alto rango.
El rol de las Fuerzas Armadas en los comicios
El papel de los militares en las elecciones se limita a transportar máquinas de voto a comunidades aisladas y reforzar la seguridad en zonas violentas. Pero Bolsonaro sugirió este año que el ejército debería hacer un conteo paralelo de los votos.
Aunque la idea no se concretó, el Ministerio de Defensa dijo que comprobaría los resultados de 380 centros de votación en Brasil. Cualquier ciudadano o entidad puede hacer lo mismo, consultando un conteo disponible en cada centro de votación tras el cierre de las urnas y en internet.
Como el voto se hace de forma electrónica, los resultados preliminares suelen estar disponibles en cuestión de minutos, y los resultados finales unas pocas horas después. Este año, todos los centros de votación cerrarán a las 17:00 de Brasilia, independientemente de las zonas horarias en las que se encuentren.
Fuente: Diario Popular