Se trata de un cultivo cuyas fibras pueden emplearse en industrias como construcción, celulosa, química, energía, automotriz y textil.
Equipos de la Secretaría de Agricultura, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) y del Instituto Nacional de Semillas (INASE) participaron de las primeras cosechas experimentales del cultivo de cáñamo en suelo argentino.
Estas cosechas fueron realizadas por la empresa nacional Industrial Hemp Solutions (IHS), luego de más de 50 años, en el marco de las posibilidades que brinda el nuevo marco regulatorio en materia de Cannabis medicinal y Cáñamo Industrial.
IHS es una empresa argentina que se dedica a desarrollar localmente soluciones industriales de alto valor agregado a base de cáñamo.
Es pionera en ingresar al país las genéticas de cáñamo más innovadoras del mundo para acelerar el desarrollo de esta industria en Argentina.
Con la autorización del Senasa y del INASE, la firma logró ingresar al país genéticas de cáñamo de vanguardia provenientes de diferentes regiones del mundo. En la Argentina el cultivo de esta especie estaba prohibido desde la década del 80, cuando se dejó de producir.
“El propósito es “cañamizar” las industrias y facilitar la transición hacia las nuevas economías en pos de la creación de valor integral. De esa forma la empresa promueve el desarrollo de economías regionales, potencia el secuestro de carbono y contribuye a la regeneración de los suelos, además de generar divisas para el país, tanto por exportaciones como por sustitución de importaciones”, explicó Maximiliano Baranoff, director de Innovación de IHS.
El potencial de la bioeconomía argentina es enorme, y en este contexto el cáñamo se posiciona como sinónimo de desarrollo y progreso. En este marco, desde la Mesa Estratégica de Cannabis y Cáñamo Industrial del Senasa, se acompaña las evaluaciones que se vienen desarrollando en suelo nacional.
El secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, destacó que “tenemos el objetivo de lograr el crecimiento de los cultivos de cáñamo para todos sus usos legales con el aporte y la innovación de nuestros organismos descentralizados y de las universidades argentinas”.
En tal sentido, la presidenta del Senasa, Diana Guillén, explicó que están “acompañando y viendo las experiencias de cosecha de cáñamo, el cual es un proceso que nos acercó el equipo de la Universidad de Buenos Aires que viene estudiando el cultivo y que venimos siguiendo desde el Senasa con el objetivo de ver las distintas variedades que están siendo probadas y cosechadas en distintos lugares ecológicos del país para poder determinar cuáles son las que se adaptan mejor según el clima”.
“En este momento -continuó Guillén- estamos viendo los primeros ensayos, cómo responden cada una de ellas y en simultáneo trabajando en nuevas normativas que permitan acompañar el desarrollo del sector para sus distintos usos legales, y fortalecer toda la cadena que tiene un gran potencial para el país”.
Por su parte, la presidenta INASE, Silvana Babbitt, expresó que “el Estado Nacional identificó al cáñamo como un cultivo estratégico y desde INASE, nos pusimos a trabajar en ese sentido. Acompañando desde nuestro rol, aportando fiscalización y trazabilidad al sistema productivo, y rigurosidad y experiencia en el registro de variedades. Trabajamos en Cáñamo como lo hicimos con el cannabis medicinal y como lo hacemos con muchas especies vegetales, entendiendo que contar con buenos materiales de propagación es fundamental para construir una industria robusta, que permita rentabilidad y desarrollo local.
También agregó que “el cáñamo es un eficiente regenerador de suelos, sus usos van desde fibra para la industria textil pasando por materiales para la construcción, sustitución de polímeros plásticos por polímeros “naturales” y mucho más. Desde INASE consideramos vital contar con variedades aptas para nuestros ecosistemas, a poco tiempo de la reglamentación de la Ley”.
Asimismo, Argentina no cuenta con un banco de germoplasma propio para el cultivo del cáñamo, es por esto que el INASE autorizó que IHS ingresara los materiales para realizar sus respectivas validaciones en diferentes latitudes del país.
En septiembre de 2022, IHS celebró un convenio específico con la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), bajo la coordinación del ingeniero agrónomo Daniel Sorlino, del Grupo de Estudio y Trabajo en Cannabis (GET Cannabis) y titular de la Cátedra de Cultivos Industriales.
Este convenio apunta a la evaluación de diferentes variedades de cáñamo, no sólo concentrándose en sus rendimientos, sino también en las propiedades de sus derivados para entender el impacto real que puedan llegar a producir en aquellas industrias que elijan migrar hacia el uso de estos biomateriales.
“Mediante un convenio entre la UBA y la empresa que lleva a cabo estas experiencias, es que nos sumamos a la investigación. Brindamos todo el apoyo necesario para el desarrollo de todas las variedades que tenemos en el país y su relación con el clima, particularmente en la zona pampeana. Por eso estamos recorriendo las zonas para ver cuáles se van adaptando. En esta primera experiencia buscamos adaptar la maquinaria al proceso de cosecha, y así tener un paquete tecnológico adecuado”, afirmó Sorlino
Sobre el cáñamo
El cáñamo es un cultivo anual que puede fijar altos valores de dióxido de carbono (el CO2 es en la actualidad el principal gas de efecto invernadero responsable del cambio climático) y captura hasta 4 veces más que un bosque forestal.
Las fibras que se encuentran en su tallo pueden emplearse en diversas industrias tales como construcción, celulosa, química, energía, automotriz y textil. Al reemplazar materiales no renovables de origen fósil reduce el impacto negativo de los mismos en la cadena de valor.
A su vez, los granos que provienen del cultivo del cáñamo son considerados a nivel mundial un súper alimento, por lo que existe una creciente demanda de sus aceites, harinas y proteínas en los países desarrollados.