El objetivo científico inicial fue encontrar compuestos de origen natural que frenen la infección gástrica por parte de la bacteria, que se adquiere generalmente en la niñez, y cuyos síntomas se empiezan a expresar en la persona adulta, informó prensa de la UNSL.
“La infección produce una inflamación local y una respuesta inmune sistémica que no logra erradicar la bacteria, por lo tanto, persiste en el mismo nicho durante gran parte de la vida del hospedador”, explicó la investigadora.
La presencia de helicobacter pylori genera una inflamación crónica, por lo que el objetivo fue dar con compuestos que no solamente eliminen al microorganismo, sino que a su vez mermen esa inflamación que sucede en la mucosa gástrica.
Las primeras células inmunitarias en activarse durante la infección son los mastocitos, que se desgranulan liberando distintos factores y enzimas que provocan la infiltración de otros tipos celulares y la inflamación.
Como los mastocitos son células que se activan y producen la liberación de distintos compuestos que atraen a otras células inflamatorias, el objetivo fue buscar algo que ayudara a eliminar el microorganismo y su vez bloquear esa respuesta primaria de la inflamación.
Así fue como se llegó al aceite de oliva extra virgen que viene del primer prensado de la oliva y con algunos compuestos químicos que se obtienen del procesamiento del aceite y de la pulpa de la oliva.
“El aceite de oliva es muy consumido, ya se ha visto que tiene diversos beneficios en salud y lo elegimos porque es algo que se produce en gran cantidad en la región, tiene beneficios cardiovasculares conocidos, y a su vez se puede consumir en las dietas diarias y es distinto a un medicamento”, explicó la experta.
Y agregó: “Con el consumo de este aceite en particular se puede inhibir o prevenir la inflamación que aparece producto de la bacteria, las pruebas se realizaron con aceite de girasol pero los resultados fueron negativos”.
Con respecto al contagio de la bacteria en las personas, Arismendi Sosa explicó que muchas teorías lo vinculan a un contagio dentro del ámbito familiar, ya que se las ha visto en saliva y en las placas dentales y que también se cree que el agua podría ser un vehículo de contaminación.
“Generalmente la gastritis se asocia con estrés o con un estado nervioso, y al ver que no se va atendiendo estas primeras instancias, se realizan estudios más complejos y es allí donde se detecta la helicobacter pylori, cuando ya ha generado daño en la mucosa», agregó.
En pocos días, Arismendi Sosa realizará una estancia científica en Canadá donde investigará nuevas formas de inhibir helicobacter pylori. El objetivo futuro es reutilizar compuestos de la industria olivícola que son residuales de las industrias pero que presentan propiedades químicas importantes.
A partir de este estudio se contactaron con la científica investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) quienes trabajan con aceites esenciales derivados del orégano, la canela, el tomillo y el comino, para realizar un proyecto de investigación conjunto y poder estudiar la utilización de esos aceites contra la bacteria.
La UNSL es una de las pocas Universidades en el país que cultiva ese microorganismo y lo manipula en Laboratorio.
Fuente: Telám