El intendente Emilio Jatón, junto a integrantes del gabinete municipal, compartió con vecinas y vecinos de los barrios La Ranita y Loyola Norte, el fin de una obra esencial: la provisión de agua potable tras la conexión al acueducto Santa Marta que beneficia a vecinos de los barrios La Ranita y Loyola Norte. Cabe destacar que estos nuevos trabajos de infraestructura se enmarcan en el Plan Integrar que la Municipalidad de Santa Fe ejecuta en el norte de la ciudad y ya permite a 750 familias acceder a este servicio esencial.
El empalme al acueducto se encuentra en la intersección de las calles Gobernador Menchaca (Camino Viejo Esperanza) y Regimiento 12 de Infantería. En ese lugar se reunieron junto al intendente, vecinos y vecinas, y representantes de instituciones de la zona, el secretario General municipal, Mariano Granato; la directora de la Agencia Santa Fe Hábitat, Paola Pallero; y el concejal Lucas Simoniello.
“Las tareas que ya concluyeron van a permitir que gran parte de este lugar de la ciudad tenga el flujo de agua potable suficiente para vivir adecuadamente”, consignó Jatón. “Para nosotros es el día más importante de los últimos tiempos y mucho más lo es para los vecinos”, describió. Del mismo modo, el intendente recordó que “durante mucho tiempo escuchamos los problemas de agua que sufrían los habitantes de esta zona de la ciudad y esta obra soluciona todo eso”.
En ese sentido, el mandatario se refirió a la transformación integral que se realiza paralelamente en ese sector de la capital provincial: “Era necesaria. Durante décadas se habló de la exclusión, de la frontera, de los problemas sociales y ambientales que había en este lugar y por eso decidimos hacer estas obras donde se necesitaban en serio”, insistió.
“Dijimos que lo íbamos a hacer y lo estamos cumpliendo. Cuando los trabajos integrales concluyan, sabemos que van a cambiar verdaderamente la vida de la gente”, cerró Jatón.
Primero el agua
Vale destacar que en ese sector de la ciudad confluyen dos obras importantes: “Estamos hablando de la conexión al agua potable que presenciamos hoy, pero además, está el Plan Integrar Yapeyú, que tiene un avance del 55% y la segunda etapa de Camino Viejo Esperanza que ya inició”, indicó Pallero.
La directora agregó que los trabajos cuentan con un financiamiento de 900 millones de pesos del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), a través del Ministerio de Desarrollo Territorial de la Nación. Los mismos “posibilitaron que 750 familias tengan agua potable por primera vez. Hablamos de un derecho humano básico que hoy le garantizamos a 750 familias”, insistió, y añadió que también dotará de mayor presión a barrios como Jesuitas, Los Troncos, Loyola Sur y Yapeyú Oeste. “Son sectores que, sobre todo en las épocas de verano, experimentan fallas con la presión de agua potable. Así que, es una obra de infraestructura planificada para todo el noroeste de la ciudad”, contó.
Con respecto a las obras integrales que el municipio lleva adelante en ese sector de la capital, Pallero indicó que “los trabajos de agua potable concluyen hoy con la conexión, pero seguimos avanzando en otros rubros como iluminación led, cordón cuneta y pavimento en todo calle Chubut de este a oeste, desde bulevar 12 de Octubre hasta Los Negruchos, como así también Fray de Oro y Larrechea”. En esta línea, destacó que se trata de trabajos “planificados conjuntamente con instituciones y organizaciones, que entienden la dinámica del barrio”.
Los trabajos comprenden, además, la renovación y puesta en valor del bulevar 12 de Octubre, la iluminación led y el saneamiento para evitar la descarga de aguas grises. Este conjunto de tareas beneficiará a 10.000 familias.
No más bidones
Norma Villagra fue una de las vecinas de La Ranita que desde ahora cuenta con agua potable en las canillas de su domicilio. “Esto es lo mejor, es algo muy bueno, porque ahora no vamos a tener más problemas con el agua. Es un gran avance”, dijo emocionada.
Por su parte, Gisela Rodríguez otra de las habitantes de la zona beneficiada, destacó que “significa muchísimo contar con agua potable. Como le decía al intendente, nosotros traíamos el agua del otro lado de la cava. Yo vivo acá desde los 8 años y toda la vida fue así: cargábamos agua donde podíamos, en bidones. Hoy tenemos agua en nuestras casas y es muy importante para nosotros. Por fin nos llegó la hora”, aseguró.
“Me emociono porque el recuerdo que tengo es acarrear bidones toda la vida con mi mamá, peleando por un poco de agua. Tengo una nena con asma y un nene con discapacidad, por lo que esto significa más salud para mis hijos”, indicó Gisela, que además destacó otras mejoras que se observan en el barrio: “Ya no pisamos más barro; y con el asfalto pasa la policía y llegan las ambulancias; y podemos llevar a los chicos a la escuela aunque llueva, lo cual es un gran avance”, concluyó Gisela.