Los daños que pueden generarse en la retina como consecuencia de la diabetes, una enfermedad crónica cuya incidencia aumentó considerablemente en los últimos años, y su complicación ocular, la retinopatía diabética, son la causa más importante de pérdida de visión en la edad laboral.
“La retinopatía diabética sigue teniendo una gran prevalencia. Muchos hablan de una epidemia de diabetes y, al tener una epidemia de diabetes, esto hace que haya un porcentaje alto de diabéticos con retinopatía”, señaló el doctor Juan Gallo (M.P. 55.399, M.N. 69.632), investigador del Conicet y director del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT), Universidad Austral – CONICET.
El especialista indicó que la clave pasa por formar un buen equipo de trabajo interdisciplinario entre diabetólogos, oftalmólogos, neurólogos y cardiólogos. “Es decir, aquel que trata a la diabetes y se ocupa de que haya un buen control metabólico, y aquellos otros que nos enfocamos en las complicaciones secundarias a la diabetes. Es fundamental esta adecuada vinculación, es algo que hemos podido mejorar mucho y hemos avanzado en el Hospital Universitario Austral”, expresó.
Los avances para tratar la retinopatía diabética
Gallo indicó que, en cuanto a la retinopatía diabética, en las últimas décadas hubo algunos avances importantes que permitieron al menos disminuir la invalidez que se veía hace cuarenta años y prevenir la ceguera, a través del mejor diagnóstico con el uso del OCT macular (tomografía de coherencia óptica de la retina) para poder identificar correctamente la presencia de edema macular, que podríamos definir como engrosamiento de la retina, que disminuye la agudeza visual y asociado a esto el uso de agentes antiangiogénicos.
“Esto se debe a avances oncológicos que fueron importados a la oftalmología. También los antiangiogénicos (agente químico que reduce la formación de nuevos vasos sanguíneos a partir de vasos preexistentes) tienen un efecto inhibitorio sobre la aparición de neovasos, lo que se llama ‘retinopatía diabética proliferativa’, entonces nos da mucho más tiempo para poder actuar, sea para hacer una cirugía o para realizar fotocoagulación”, explicó.
En tanto, añadió: “Si el problema está en la mácula, que es la parte de la retina encargada de la visión central, se suele utilizar solo el antiangiogénico, inyecciones que son hechas de manera periódica a veces mensuales o trimestrales dependiendo de cada caso y, si el grado de enfermedad es muy avanzado, solemos combinar la fotocoagulación con las inyecciones de antiangiogénico”.
Mirada hacia el futuro en el tratamiento de la retinopatía diabética
El oftalmólogo manifestó que, tal vez sea factible la creación del Instituto Nacional del Ojo, similar al National Eye Institute (NEI) de Estados Unidos, a la vez que dijo que también es importante fomentar la interacción entre lo público y lo privado, la academia y la industria, además de colaborar y cooperar manteniendo la identidad de cada uno y teniendo fines comunes.
“Necesitamos seguir trabajando en la creación de un ecosistema, integrado por instituciones, donde uno pueda trabajar con fundaciones y asociaciones que puedan dar becas o subsidios para poder investigar”, expresó y señaló que para poder hacer investigaciones en la Argentina es clave “estar motivado, tener la vocación y convicción de qué se puede hacer, contra viento y marea”. Además, dijo que se tiene que pensar muy bien qué proyectos llevar adelante, cuáles son los resultados que pueden ayudar al avance de la ciencia y de la prevención, tratamiento y curación de enfermedades.
Gallo se convirtió en el Primer Oftalmólogo Latinoamericano en recibir el premio ARVO Gold Fellows (Asociación para la Investigación en Visión y Oftalmología, por sus siglas en inglés) por su contribución al conocimiento del sistema visual, y a la prevención y tratamiento de sus alteraciones. “Recibir esta distinción es un gran orgullo, constituye el resultado de largos años trabajando y de mucho tiempo de seguir formando gente joven especializada en esta enfermedad”, indicó.
Fuente: TN