Para las autocracias mundiales del estilo de Xi Xinping y el Partido Comunista de China, de Vladimir Putin en Rusia y los ayatolás iraníes, América Latina se ha convertido en un lugar geopolítico de vital importancia para influir y jaquear los intereses de su principal rival: Estados Unidos.
Es el caso del régimen de Irán, aislado por gran parte de la comunidad internacional por ser considerado un estado promotor de terrorismo y que intenta convertirse en una potencia atómica a escasos kilómetros de Israel, nación con la que tiene una enemistad existencial según sostiene el analista de Medio Oriente, Trita Parsi, “…la rivalidad entre ambos Estados ha adquirido dimensiones existenciales: Irán pronostica la desaparición del Estado judío e Israel le niega a Irán el derecho a hacer uso de tecnología nuclear, así sea con fines pacíficos”.
En ese contexto en las últimas horas se produjo una reunión de primer nivel entre los gobiernos de Irán y Brasil.
Un alto funcionario de seguridad de Irán se reunió el martes 25 de julio en Sudáfrica con un alto asesor del presidente de Brasil, Luis Inácio “Lula” Da Silva, para hablar sobre las relaciones bilaterales y cuestiones de interés común, informó la agencia oficial de noticias iraní IRNA.
La reunión entre Ali Akbar Ahmadian, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, y Celso Luiz Nunes Amorim, asesor en jefe de la presidencia de Brasil, tuvo lugar al margen de la 13ª Reunión de Asesores y Altos Representantes de Seguridad Nacional del BRICS, realizada en Johannesburgo.
Ahmadian señaló que el desarrollo de las relaciones generales con Brasil posee una importancia especial en la política exterior de Irán, y subrayó la necesidad de mejorar las relaciones comerciales bilaterales y la cooperación en agricultura, especialmente en el sector privado.
Independientemente de quién esté en el poder, los intereses económicos y comerciales han sido y seguirán siendo un impulsor constante de las relaciones bilaterales entre Brasil e Irán, particularmente en petróleo, gas, exploración de minerales y agricultura. Su superávit comercial en 2018 alcanzó los 2.200 millones de dólares a favor de Brasil.
Sin embargo, las principales potencias económicas consideran a Irán como un socio comercial lleno de riesgo en vistas de las numerosas rondas de sanciones impuestas a sus industrias y funcionarios a lo largo de los años.
La República Islámica se ha enfrentado a diversos grados de aislamiento político y económico desde la Revolución Islámica de 1979.
A pesar de este hecho, “Lula” Da Silva vuelve a coquetear con Irán que acaba de afianzar sus relaciones con un país limítrofe de Brasil y con un gobierno de izquierda como es la Bolivia administrada por Luis Arce que continúa los pasos inaugurados por el dirigente cocalero Evo Morales.
Las alarmas en Washington se encendieron recientemente, en febrero pasado, cuando el buque de guerra Makran, el más grande de la armada iraní, y el buque Dena anclaron frente a las costas de Río de Janeiro, luego de recibir permiso de parte de las autoridades locales.
Los barcos son parte de la flotilla iraní y tienen la misión de dar la vuelta al mundo. El “Makran” es un petrolero, convertido en una base avanzada para helicópteros militares; mientras que el “Dena” es una fragata recientemente incluida en la armada del país.
La autorización del 23 de febrero pasado fue la segunda concesión de ese tipo, ya que en enero el Makran y el buque Dena habían solicitado y recibido el permiso correspondiente.
Pero la cuestión relevante continúa siendo la económica y la inserción del régimen persa en la cuarta revolución industrial que está atravesando la humanidad.
En ese contexto, Lula Da Silva es de la opinión de incorporar a Irán al grupo de países conocidos como BRICS, una sigla que se refiere a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, todos ellos consideradas economías emergentes, con un gran potencial de desarrollo.
Los BRICS se formaron en 2008 como un área de influencia para contrarrestar al G-20, un organismo de gobernanza mundial más decisivo en la actualidad que la propia ONU, y al que Irán quiere ingresar.
Recientemente, Irán solicitó unirse a ese foro que representa el 40 % de la población mundial y el 26 % de la economía mundial. Según datos del Fondo Monetario Internacional, la economía más grande del grupo es China que representa más del 70 % del valor total de los BRICS de alrededor de 27,5 billones de dólares, mientras que India ocupa el segundo lugar con el 13 % y Rusia y Brasil comprenden el 7 % restante.
La posible adhesión plena de Irán a los BRICS surgió en las conversaciones entre los funcionarios brasileros e iraníes.
El secretario persa Akbar Ahmadian expresó esperanzas de que las relaciones entre Teherán y Brasilia se expandan aún más después de la adhesión de Irán al BRICS, y, por su parte, Celso Amorim subrayó los puntos en común entre los dos países en cuestiones internacionales clave, y expresó la disposición de su país para impulsar las relaciones comerciales y la cooperación en tecnología y agricultura con Irán.
La información oficial señaló que las dos partes elogiaron el significativo papel del BRICS en la promoción del multilateralismo, y reafirmaron su determinación a apoyarse mutuamente en encuentros internacionales.
A pesar de las razones económicas no hay que dejar de subrayar que la principal motivación del régimen de los Ayatolás continúa siendo tensionar sus relaciones con los Estados Unidos de Norteamérica involucrando a los gobiernos populistas y de izquierda de la región latinoamericana.
Una manera de contrarrestar el impacto de las sanciones internacionales y diversificar sus medios de supervivencia a largo plazo.
Irán buscará proyectar la imagen de una potencia global para superar el aislamiento diplomático, ganar apoyo para su programa nuclear e intentar responder a la presión del gigante del norte de América desde su “patio trasero”.
Fuente:NA