Mariano Echegaray, Florencia y sus hijos aprovechan el domingo para darse una vuelta sobre el Puente del Arroyo Cululú, sobre la ruta provincial 10, a sólo 1500 metros de la trama urbana de su pueblo, Elisa, en el departamento Las Colonias, corazón productivo de Santa Fe.
Se trata de una de las zonas más afectadas de esta provincia, la más golpeada por una prolongada sequía que los mayores sostienen no tiene antecedente en el pasado inmediato.
El grupo familiar que se acerca al arroyo descuenta que el panorama será el mismo que hace unos 4 meses encuentran en el lugar, desolación y muerte.
En efecto, Emma sólo alcanza a tomar una tortuga moribunda para intentar recuperarla en su casa, es de lo poco que encuentra con vida.
Miguel Ángel Rosso, hombre radicado en esa localidad, pero con campos en la zona del distrito Aguará Grande, mucho más al norte y sobre el departamento Vera, cuenta que el panorama es el mismo, pero en un río salado aún más ancho y extenso.
El arroyo Cululú nace en la cuenca denominada “Vila Cululú”, sobre el oeste santafesino, en el departamento Castellanos, limítrofe con Córdoba y concluye volcando su caudal en el mismo Río Salado que luego aporta al Río Paraná.
Daniel Sartori, productor y molinero de Elisa, hombre que lleva todas las estadísticas de precipitaciones muestra sus cuadernos donde la última data del 20 de mayo con 57 milímetros. “No ha llovido una sola gota en los meses de junio, julio, agosto y setiembre” comenta con pesar.
El cauce del “Cululú” que en tiempos normales sirve para regar campos y hectáreas productivas hoy se parece a un desierto, incluso se puede caminar en el suelo agrietado que deja la agobiante sequía, que además se lleva la vida del ganado afectado por la carencia de pasturas.
“No queda más nada, ni siquiera agua en algunos pozos que muy pocas veces se secaron. Se murieron todas las especies de peces y sólo resisten algunas tortugas, no se cuanto más porque ya no queda un solo resquicio de humedad”, expresa Mariano frente a tan dramático panorama.
Horacio Keller, productor de la vecina localidad de Soledad coincide “no hay más ni escobaduras para ver si florecen, estamos muy complicados, esto no es joda”.
Todos coinciden en una afirmación, el panorama solo cambiará con las lluvias. A pesar de los pronósticos que augura el “Efecto Niño”, las precipitaciones por ahora sólo aparecen en los rezos y esperanzas de los pobladores.