Angela Peralta Pino, la maestra santafesina en cuyo nombre se instituyó el 9 de noviembre como Día Nacional de los Docentes Rurales.
“Angelita los sigue, quiere que aprendan y lo logra. Su tarea no era muy bienvenida por los dueños de los campos que no querían que sus peones se instruyan ni tomen conciencia de que había otra vida y derechos laborales. Pero Angelita seguía abriendo caminos”.
De esta nobleza fue Ángela Peralta Pino, una maestra de 39 años, nacida en Providencia, Las Colonias, Provincia de Santa Fe en 1901, que en el año 1940 fue designada Directora de 6ta categoría y maestra de grado con el sueldo mensual de doscientos pesos m/n para prestar servicios en la escuela nº 942 Los Guasunchos.
Hasta aquí un nombramiento que no tiene nada de particular salvo por una característica peculiar que poseía esta escuela: era un vagón o coche motor ferroviario, reacondicionado al costo de $ 10.000 que era remolcado por algún tractor hacia diversos destinos en el norte de la provincia, en pleno monte santafesino, zona donde el algarrobo y el quebracho eran devastados por compañías extranjeras, como La Forestal. Esa otra historia de una compañía extranjera ejemplo fidedigno del latifundismo en nuestro país, de avasallamiento de la dignidad humana, de un imperdonable crimen ecológico, que llevó al casi exterminio del quebracho colorado y también es la historia de una épica rebelión frente a la injusticia en la que se inscribe y cobra sentido el trabajo pedagógico de docentes como Angela Peralta Pino.
Durante 22 años Ángela recorre los obrajes: Los Guasunchos, Los Quebrachales e Itapé; las zonas rurales: Santa Margarita, Los Guanacos, Las Cuatro Bocas, El Mate. En 1950 pasa a Las Colonias: La Avanzada, La Carreta, La Hiedra.
Cuando hubo que designarla, se analizó su anterior actuación, ya que había ejercido como maestra desde joven en zonas rurales o estancias familiares. Así se descubre que no tenía título habilitante. Ángela no había podido completar la Escuela Normal en Rafaela – donde fuera compañera de Leticia Cossettini-. Pero la sensatez se impuso: era más importante su experiencia real y su trayectoria hecha de entrega que el título.
La historia de esta docente que llevó adelante una epopeya heroica al frente de una escuela rodante, constituye un hito un fundamental en la historia de la Educación Rural santafesina. Una historia hecha de lejanías, barro, sol ardiente, olor a tierra, rechinar de campanas, patios infinitos, silencios interrumpidos… Epopeyas repetidas una y otra vez en nuestras escuelitas rurales por quienes las habitan hoy, sus docentes, niños/as, adolescentes y familias, en la tesonera, comprometida e inclaudicable lucha cotidiana en defensa y por la educación pública santafesina.
Nuestra extensa provincia y en particular nuestro Departamento Gral Obligado , con poblaciones diversas, donde en un paraje o campo hay una escuela rural que se levanta día a día con el trabajo denodado de sus maestros/as y profesores/ras y las familias, reclama por políticas integrales que atiendan la problemática de la educación rural en el norte santafesino. Volvemos a exigir que no es bajando de categoría las escuelas rurales y llevando cargos como se debe responder ante la complejidad de la problemática educativa, social, productiva, económica, de falta de transporte público en y de la ruralidad. Sino muy por el contrario es el Estado Provincial quien debe garantizar la educación pública con una política integral que atienda esta diversidad de factores.
Sin duda, la obra de Angela , como las de Olga y Leticia Cossettini, Rosita Ziperovich, marcan este camino que hoy los trabajadores y trabajadoras de la educación transitamos con mayor énfasis y que se centra en los procesos de democratización de la escuela anclada en la educación como un derecho social, en condiciones dignas de enseñar y aprender en contextos rurales, en el valor de la igualdad, en el respeto a la diversidad de ideas y de comunidades. Es una marca de agua que sigue estando en las banderas de nuestra organización gremial AMSAFE y que acompañó y acompaña todas nuestras luchas.