Un accidente aéreo que conmovió al mundo del fútbol internacional y que generó un posterior conflicto económico entre dos instituciones europeas, impidió conocer si el futbolista Emiliano Sala podía cristalizar en el Reino Unido esas cualidades que había exhibido en la Liga I de Francia.
El 21 de enero de 2019, la avioneta Piper PA-46 Malibú que se trasladaba desde la ciudad de Nantes a Cardiff cayó al agua, a 27 kilómetros de la isla de Guernsey, mientras sobrevolaba el Canal de la Mancha. El santafesino Sala, de 28 años, ocupaba la aeronave, junto al piloto David Ibbotson (59).
Dos días antes, el 19 de enero, FC Nantes había concretado la transferencia del goleador a la institución galesa, en una operación que rondó en los 19,5 millones de dólares.
El jugador oriundo de la localidad de Cululú, pero que desarrolló toda su carrera formativa en la vecina Progreso (en el club San Martín, específicamente), se disponía a regresar a Cardiff, luego de haber pasado poco menos de 48 horas en territorio francés despidiéndose de lo que -a esa altura- fungían como excompañeros, aunque finalmente fueron los últimos que compartieron con el rubio atacante un campo de juego.
De acuerdo a lo revelado por un audio que consiguió la BBC londinense, Ibbotson, quien carecía de licencia de piloto comercial, le reveló a un piloto amigo “las dificultades técnicas” que había enfrentado en el viaje a Francia.
El propio piloto había deslizado sentir “un estallido”, mientras cruzaba el Canal de la Mancha. “Estoy en la mitad del canal (de la Mancha) y pum” le confesó a su amigo Kevin Jones, según reveló la prestigiosa emisora británica.
Los inconvenientes se profundizaron en el vuelo de regreso a Gales. De hecho, el futbolista, quien supo vestir la camiseta del Bordeaux francés, tras su paso por la Escuela de captación de talentos Proyecto Crecer, emitió un mensaje de audio de WhatsApp a sus amigos advirtiendo que “si en una hora y media no tienen novedades mías… no sé si van a mandar a alguien a buscarme porque no me van a encontrar”, contó.
Cardiff City había ofrecido un vuelo comercial al jugador recién fichado, vía París, pero Sala quería más tiempo para despedirse de sus amigos y excompañeros en Nantes, antes de retornar a Gales para sus primeros entrenamientos con su nuevo club.
Aproximadamente una hora después de haber despegado de la pista número 3 en Nantes, la máquina Piper Malibú, matrícula N264DB, perdió contacto con el radar sobre el canal de la Mancha.
La nave volaba a cerca de 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar, pero el piloto perdió el control cuando descendió para evadir las nubes e intentar un amarizaje de emergencia.
El resultado de la autopsia
Los investigadores del siniestro encontraron que el futbolista habría estado “profundamente inconsciente” por aspirar monóxido de carbono y que el piloto probablemente también habría sido afectado por la contaminación.
Según un documento publicado en agosto de 2019 por la División de Investigación de Accidentes Aéreos del Reino Unido (AAIB) la sangre del infortunado jugador “contenía el 58 por ciento de monóxido de carbono (CO)”.
“El CO es un gas incoloro e inodoro producido a partir de la combustión incompleta de materiales que contienen carbono”, explicó el informe, que también agregó que combinarlo con hemoglobina en la sangre “reduce el flujo de oxígeno necesario” al cuerpo.
El cuerpo del jugador fue recuperado de los restos de la nave cuando esta fue descubierta a 68 metros de profundidad, el 7 de febrero, casi dos semanas después del accidente. Los restos de Ibbotson nunca fueron rescatados.
El conflicto legal posterior
Sala había llegado al fútbol europeo, a los 21 años, al Bordeaux, desde la mencionada Proyecto Crecer de la ciudad cordobesa de San Francisco, que en esos momentos mantenía un convenio de reciprocidad e intercambio con la entidad francesa.
Luego de ser cedido a préstamo a Orleans, Niort y Caen, sucesivamente, el jugador volvió al Girondinos de Burdeos, donde debutó en Primera en la temporada 2015. Ese mismo año se concretó su transferencia al Nantes.
El santafesino sintió que la entidad de la Región del Loira fue “su lugar” en el mundo. En cuatro temporadas, el centrodelantero marcó 48 goles en 133 partidos, lo que motivó el interés del Cardiff City, que lo contrató por tres años y medio.
Las dos instituciones ingresaron en litigio por la transferencia. Luego del fatal accidente, la entidad británica había resuelto no pagar las cuotas 2 y 3 de la operación, argumentando lo obvio: no haber podido utilizar al jugador.
Nantes denunció el caso ante la FIFA, con el objetivo de cobrar la totalidad de lo acordado. A fines de agosto de 2019, la FIFA envió un correo a los dos clubes en los que instaba a una conciliación para el pago del traspaso del futbolista. No hubo acuerdo.
El Tribunal Arbitral Deportivo (TAS) le dio la razón a la entidad francesa y conminó a su par galesa a abonar la totalidad del monto, hecho que se saldó recién en julio pasado, con el pago de dos cuotas sucesivas de 5 y 6 millones de euros, respectivamente.
Independientemente de ello, Cardiff City le inició una demanda por indemnización al Nantes por 110 millones de euros en compensación “por los daños causados” por la muerte del jugador.