El sueño es una actividad tan relevante para los seres humanos como comer o respirar. Dormir constituye el proceso de reparación más importante que realiza cada noche nuestro organismo y, en particular, el cerebro.
El buen descanso nocturno está íntimamente ligado a la expectativa de vida de una persona porque impacta en todos los sistemas del organismo y es esencial para la regeneración celular, para el buen funcionamiento del sistema inmune y para que nuestro reloj biológico interno, gobernado por los ciclos circadianos de sueño y vigilia, se mantenga en equilibrio.
La mala noticia es que los hábitos y la vorágine de la vida moderna parecen haberse empecinado en atentar contra este bienestar: las cifras muestran que el 40% de la población global duerme mal, según estimaciones la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Al respecto, desde la Fundación Argentina del Sueño (FAS compartieron los resultados de la primera encuesta sobre calidad del sueño en América Latina y mostraron una radiografía del sueño iberoamericano: el 45% de los participantes mostraron indicadores asociados a un riesgo moderado a alto de padecer apneas, uno de los trastorno de sueño más habituales y subdiagnosticados, ya que se estima que cerca del 70% de las personas afectadas no conoce su condición.
En diálogo con Radio EME, el doctor Daniel Pérez Chada, presidente de la Fundación Argentina del Sueño, señaló:“Se reconocen tres pilares de la salud: la nutrición, la actividad física y el sueño. Está muy bien instalada en la sociedad la importancia de una dieta saludable, y el ejercicio. Sin embargo, no es visible la importancia de dormir la suficiente cantidad de horas y con ritmos regulares”.
A su vez, remarcó: “No solo descansar el tiempo necesario debe ser tenido en cuenta, sino que también debemos dormir en los momentos adecuados con ritmos regulares”.
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Escuchá la palabra de Daniel Pérez Chada: