En el marco de la Semana Santa, que este año cayó en un fin de semana largo de seis días, el Sábado Santo se presenta como una jornada de reflexión y espera en el calendario litúrgico.
El relato de lo que sucedió específicamente el Sábado Santo varía según las diferentes tradiciones cristianas y los relatos bíblicos. En términos generales, el Sábado Santo es un día de espera y reflexión en la tradición cristiana, que marca el período entre la crucifixión de Jesucristo el Viernes Santo y su resurrección en la Pascua.
Qué pasó el Sábado Santo
Según los Evangelios, después de la crucifixión de Jesús el Viernes Santo, su cuerpo fue colocado en un sepulcro, y el Sábado Santo se considera un día de descanso en el que el sepulcro se mantuvo sellado y custodiado por los soldados romanos, según la narrativa bíblica.
En términos teológicos, el Sábado Santo representa el descenso de Jesucristo al inframundo, o el Hades, donde se cree que liberó a los justos y los llevó consigo al cielo. Esta doctrina, conocida como la “Descenso al Infierno” o la “Harrowing of Hell”, es una parte importante de la teología cristiana y se menciona en varias fuentes, como la Primera de Pedro en el Nuevo Testamento.
El Sábado Santo es un día de espera y expectativa para los cristianos, ya que anticipan la celebración de la Resurrección de Jesucristo en la Pascua.
En muchas tradiciones cristianas, este día se observa con solemnidad y se considera un momento para la oración, la reflexión y la preparación espiritual para la celebración de la Pascua.