Los pronósticos a largo plazo prevén alrededor de un 60% de posibilidades de que las condiciones de fenómeno de la corriente de El Niño persistan hasta mayo y que la transición con la llegada de La Niña abarque desde abril hasta junio.
Según agencias como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), la transición oscilante de calentamiento y enfriamiento, conocido como ciclo ENSO, entre una y otra corriente marina, creará un patrón climático híbrido entre junio y agosto.
La explicación científica es que las aguas más cálidas en la superficie oceánica producen el desplazamiento de la corriente en chorro del Pacífico hacia el sur de su posición neutral, con lo que las áreas del norte de EEUU y Canadá son más secas y presentan temperaturas más altas de lo habitual.
Estos fenómenos influyen en el clima, las precipitaciones y las temperaturas, y su comprensión es crucial para la predicción y la adaptación al cambio climático.
No solo son importantes para la zona del Pacífico sino que también tienen efectos significativos en todo el planeta.
El Niño de 2023-24 había llegado a su punto máximo entre noviembre y enero, y aunque luego se empezó a debilitar, las condiciones se prolongarán hasta mayo.
En el medio, entre abril y junio, habrá alternancia según las zonas, pero los expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) esperan fenómenos climáticos en el corto plazo y recomendaron que los países de la región que se mantengan en alerta.
Cosecha gruesa
El llamado de atención lo registran especialmente los productores del campo, porque el cambio entre El Niño y La Niña se estima que será abrupto, con las consecuencias al ecosistema que trae aparejado el pase de un evento climático a otro.
En los próximos meses se haría sentir con oscilaciones en los patrones de lluvias y sequías y una temporada fuerte de huracanes que afectan la capacidad de adaptación de las especies animales y vegetales y de las poblaciones.
Mientras, en la costa del Golfo y el sudeste de EEUU, la humedad aumenta más de lo común, lo mismo que las inundaciones.
La oficina de la FAO en Santiago de Chile organizó un panel titulado “Preparándonos para La Niña, avances y desafíos para medir su impacto en sistemas agroalimentarios”, del cual surgió como una de sus conclusiones que ya no existen las transiciones entre que se va un fenómeno y llega el otro
La directora del Centro Internacional de Investigación para el Fenómeno El Niño (CIIFEN), Yolanda González, advirtió que “lo vimos hace un año: salimos de una Niña y en marzo ya teníamos unas señales de Niño. Ahora estamos nuevamente en marzo y abril con señales de Niña… No nos hemos podido recuperar del impacto del fenómeno y pasamos al opuesto rápidamente”.
El jefe de Oceanografía del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP) del gobierno de Chile, Jaime Letelier, lamentó que no se cuente con un plazo más largo hacia un período de transición normal a fin de tener una respuesta ecológica relativamente esperada.
“Pero este cambio abrupto probablemente genera un mayor estrés y desde ese punto de vista tenemos una incerteza de cómo van a responder los sistemas ecológicos”, reflexionó.
El equipo técnico de la FAO aclara que El Niño es independiente al cambio climático, pese a que los expertos observaron modificaciones en la forma en que el fenómeno se está presentando como, por ejemplo, una agudización de lluvias, olas de calor y períodos de sequía.
Pero sí las transiciones rápidas entre El Niño y La Niña se podrían correlacionar con el cambio climático, lo que la ciencia aún no ha podido establecer como causalidades de forma inequívoca.
Los productores de nuestro país se encuentran en estos meses en los aprestos de la cosecha de maíz, sorgo, girasol, soja, maní y mijo y les preocupan las consecuencias que tendrían en los cultivos las alteraciones bruscas de los patrones de El Niño y La Niña.
Las consecuencias que revisten en distintas partes del planeta y en América Latina ya impactaron en la producción de cultivos clave como trigo, arroz y maíz, provocando efectos negativos en la economía de los países de la región, altamente dependientes de las materias primas.
El Niño determinó en enero cambios fueron más pronunciados debajo de la superficie del Océano Pacífico ecuatorial, con temperatura subsuperficial promedio del área que regresaron a cerca de cero, lo que debilitó sus efectos y que los cambios en la temperatura de las aguas en el océano Pacífico tropical, central y oriental sean neutrales a La Niña.
Sin embargo, la tendencia histórica es que La Niña siga a fuertes eventos de El Niño.
Monitoreo meteorológico
Las Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales irán siguiendo de cerca los cambios durante los próximos meses. El Niño había llegado al océano Pacífico en setiembre pasado y se hizo sentir en Argentina con fuerza recién en diciembre.
El Niño y La Niña son dos fenómenos climáticos que afectan significativamente el clima en diferentes partes del mundo.
Durante un episodio de El Niño, la superficie del océano Pacífico tropical se calienta más de lo habitual, especialmente en el Ecuador y a lo largo de las costas de América del Sur y Central.
Los océanos cálidos dan lugar a sistemas de baja presión en la atmósfera, lo que provoca muchas lluvias en las costas occidentales de América.
En algunos de los Niños más famosos del pasado, las lluvias fueron tan fuertes que pueblos enteros se deslizaron por las laderas de las montañas.
Además del cambio climático, El Niño puede contribuir a temperaturas cálidas récord y patrones climáticos inusuales en todo el mundo.
La Niña es la fase fría del ciclo meteorológico natural llamado Fenómeno de El Niño (ENSO).
Durante un episodio de La Niña, la superficie del océano Pacífico tropical se enfría más de lo habitual, lo que puede provocar patrones climáticos extremos, como sequías en algunas regiones y lluvias intensas en otras.
La Niña también afecta las temperaturas globales y puede alterar el cambio climático.
Fuente: NA