Una tempestad brutal azotó el sur de Brasil, matando a 7 personas y dejando un rastro de destrucción en su paso. Los vientos alcanzaron 107,5 km/h en San Pablo, los más fuertes registrados desde 1995.
Tres personas murieron por un muro derrumbado en el municipio de Baurú. Otras cinco fueron aplastadas por árboles caídos en las ciudades de Diadema, Cotia y San Pablo.
Más de 10 millones de personas se quedaron sin luz durante 15 horas, afectando la vida cotidiana y la economía local. La empresa Enel, responsable de la distribución eléctrica, no ha dado una fecha precisa para restablecer la energía.
El alcalde de San Pablo, Ricardo Nunes, culpó a Enel por la falta de respuesta y preparación ante la tempestad. La Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel) exigió a la empresa presentar una propuesta para mejorar la calidad del servicio.
La falta de energía también afecta la distribución de agua potable en San Pablo y municipios vecinos, como Sao Bernardo do Campo, Cotia, Sao Caetano, Santo André y Diadema.
La tempestad se originó en el estado sureño de Santa Catarina y llegó a San Pablo el viernes por la noche, sorprendiendo a la población. La Defensa Civil monitorea la situación y brinda asistencia a los afectados.
El gobierno local promete investigar las causas del colapso energético y tomar medidas para evitar futuras catástrofes. Mientras tanto, la población se esfuerza por recuperarse del impacto de la tempestad.
La ciudad de San Pablo, la mayor urbe sudamericana, se encuentra en estado de alerta, con equipos de emergencia trabajando para restaurar los servicios básicos y evaluar los daños.