En julio de este año, la Dirección Nacional de Atención Primaria y Salud Comunitaria, junto a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), lanzó el concurso de Buenas Prácticas de Salud en Atención Primaria (APS). El Centro de Salud “Moqoit Nqadenqa” se postuló con el trabajo “La erradicación de la Tuberculosis en la comunidad Pedro José, de la localidad de Tostado”, que se destacó entre 65 proyectos por su perspectiva intercultural y con participación comunitaria, junto a dos iniciativas de Tucumán. Los resultados se conocieron días atrás en un conversatorio online sobre “Participación Comunitaria en Terreno”.
“Este reconocimiento llega para un proyecto en particular, pero también a una política sostenida que llevamos adelante en la comunidad Pedro José, junto al equipo de salud, a partir de la definición de la Ministra de Salud, Silvia Ciancio, de potenciar la atención primaria, con participación comunitaria, trabajo territorial y una mirada intercultural”, destacó el subsecretario de Gestión Territorial Centro Norte, Leonardo Martínez Dechiara, quien detalló que con esa misma perspectiva se trabajó durante este año en la prevención de la enfermedad de Chagas.
Empoderar a la comunidad
La médica del Centro de Salud, María Eugenia Carru, explica que desde el año 2004 el efector aborda la problemática sanitaria de la tuberculosis, en diferentes escenarios, ya que la situación se complejizó durante la pandemia de Covid-19 y con posterioridad. En ese período, recuerda “hubo un incremento de casos, causado entre otros factores, por la convivencia en lugares más reducidos que propiciaban los contagios, con una demanda de atención que incluía a pacientes que llegaban desde el Chaco”, explicó.
Con ese punto de partida, el equipo diseñó diferentes estrategias y acciones: “comenzamos a trabajar con la comunidad, con las familias de las personas que estaban afectadas para evaluar qué pensaban de la patología y cómo se sentían ante el diagnóstico porque es una enfermedad que estigmatiza”, detalló. La manera de trabajar a partir de esos intercambios fue de manera coordinada con miembros de la comunidad, utilizando distintos canales de comunicación: “hicimos un grupo de WhatsApp para compartir información y replicar materiales gráficos o audiovisuales, para que pudieran comprobar que la tuberculosis no es propia de los pueblos originarios, que se cura, que no es exclusiva de la pobreza, y así poder hablar de la enfermedad sin estigmas y como una patología más. La estrategia tenía como objetivo empoderar a la comunidad para que pudieran enfrentar todo este contexto y así comenzamos a pensar juntos diferentes acciones entre la comunidad y los equipos realizando encuestas casa por casa”.
El objetivo propuesto junto a la comunidad comenzó a dar resultados ya que las visitas casa por casa continuaron. “En un principio estuvieron acompañados por estudiantes de Enfermería, luego iban solo los miembros de la comunidad para detectar síntomas o posibles casos. En una segunda instancia asistía personal sanitario, se le brindaba un turno médico y allí se diagnosticaba o se descartaba la enfermedad”, detalló Carru.
Más allá del reconocimiento a nivel nacional, la médica destaca los resultados de esta experiencia con fuerte anclaje territorial, que permitieron articular la atención con el segundo nivel y con la comunidad del Chacho, en un trabajo que también fue interprovincial: “La experiencia nos sirvió para poder detectar también otras problemáticas de salud que podían tratarse, así como también analizar la cosmovisión del proceso salud-enfermedad-atención propia de las comunidades originarias. El proceso fue muy enriquecedor tanto para el equipo como para los miembros de la comunidad, sobre todo los más jóvenes quienes tomaron la posta para facilitar el diagnóstico precoz y los controles”, finalizó.