Una huelga general de 24 horas paralizó el transporte en varias ciudades de Italia, afectando principalmente a Roma y Milán.
El sindicato USB organizó la protesta debido a los altos costos de vida y los bajos salarios. El paro causó caos en el transporte público.
En Roma, dos líneas de metro fueron cerradas, mientras que en Milán, Turín y Nápoles también se interrumpieron las líneas de metro y autobuses.
La línea ferroviaria Vesuviana en Nápoles y varios trenes regionales y de larga distancia también se vieron afectados por la huelga.
Los transbordadores que conectan las islas italianas se unieron a la protesta, pero las aerolíneas no participaron. Estas planean una huelga para el 15 de diciembre.
Además, los taxistas realizaron una huelga de 12 horas, lo que complicó los desplazamientos de trabajadores y pasajeros en las grandes ciudades.
El Ministerio de Transporte intentó limitar el alcance de la huelga, pero un tribunal administrativo rechazó la orden ministerial y permitió que la protesta continuara.