Cuando Luis Miguel (48) estrenó el video de La chica del bikini azul, en 1984, Diego Boneta (27) no había nacido. Casi dos décadas más tarde -con apenas doce años, pero con la certeza de que quería dedicarse a cantar y a actuar- el mexicano nacido el 29 de noviembre de 1990 eligió ese mismo tema para presentarse al casting del reality show Código F.A.M.A. Como un déjà vu, aquella secuencia resume lo que, tiempo después, marcaría un hito en la vida de Boneta.
Hoy, multi-exitoso a partir de Luis Miguel, la serie, recuerda que cuando se estrenó la ficción de Netflix, el último 22 de abril, hacía poco que había terminado el rodaje. “Me miré al espejo y no sabía quién era”, asegura quien pasó un año preparándose para interpretar al cantante mexicano. Durante ese período, bajó diez kilos, se dejó crecer el pelo y hasta se limó los dientes para tenerlos separados como el intérprete de La Incondicional.
También –cuenta– estudió su forma de caminar, su manera de sonreír y sus gestos. No quiso dejar ningún detalle librado al azar. Lo que más le costó –explica- fue la preparación musical. Tuvo que cambiar la forma de pronunciar las vocales, las consonantes y las cadencias. Un trabajo “obsesivo” que le permitió grabar quince temas en el tono del ídolo.
Se compenetró tanto que, cuando terminó de filmar la serie, atravesó una especie de “shock”. “Me sumergí a fondo en el personaje y nunca pensé cómo iba a salir”, confía a GENTE desde la Sala Piero del Four Seasons, donde trascurre esta entrevista.
–¿Cómo te despegaste de Luis Miguel?
–Me costó. Recuerdo que les marqué a Oscar Jaenada (actor español que interpreta a Luisito Rey) y a César Bordón (el argentino que encarna a Hugo López) para que me aconsejaran. ¡Se murieron de la risa! Todos se daban cuenta de lo metido que estaba en el papel, y sabían que me iba a pasar eso. Todos, menos yo. Muchas veces -y esto no lo hacía a propósito, sino inconscientemente- íbamos a cenar y pedía la comida o saludaba a la gente como Luis Miguel. De tanto estudiarlo terminé mimetizándome con él.
–¿Y qué hizo para volver a ser Diego?
–Me corté el pelo, me junté con mis amigos y volví a frecuentar lugares que eran muy míos. Necesitaba reencontrar mi identidad que, de alguna manera, ya no era la misma, porque Luis Miguel me cambió en lo profesional y en lo personal.
–A la hora de componer el personaje, ¿te sirvió juntarte con él o sumó presión extra?
–Fue muy útil. No podría decirte cuántas reuniones tuvimos, pero pasamos muchas horas juntos. (Hace una pausa). Muchas, muchas horas. Me sirvió porque los dos entendíamos lo especial que era contar el uno con el otro. Por lo general, este tipo de productos se hacen cuando la persona está muerta, entonces el actor trabaja sin referencias de primera mano. En este caso, en cambio, tuve el privilegio de que él me ayudara con todo este proceso.
–¿Recordás de qué hablaron la primera vez que se vieron?
–Desde el principio fui claro con él. Le agradecí que se abriera. Yo sabía que para él era algo incómodo, porque siempre fue de resguardar su vida privada. Quería que él supiera que mi intención era hacer un buen trabajo, enaltecerlo. Una vez que eso quedó claro, se generó una complicidad muy, muy especial. El me contó muchas cosas de su vida que están en la serie y me confió otras tantas que me pidió que no compartiera, así que obviamente no lo hice.
Desde que terminó de filmar la serie que lo catapultó a la fama, Boneta no paró. Horas después de esta nota estará volando a Sudáfrica para grabar Monster Hunter, la película que protagonizará con Mila Jovovich bajo la dirección de Paul W.S. Anderson. Pero eso no es todo: una semana antes de llegar a nuestro país, estuvo rodando Terminator junto a Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton, cinta que se estrenará en 2019 y marcará la vuelta de James Cameron a la saga.
–¿Se te empezaron a abrir más puertas después de este protagónico?
–Definitivamente. Esta serie fue un éxito que nadie se esperaba. Estoy muy emocionado por lo que viene: son proyectos increíbles.
–¿Qué significó este papel para vos?
–Fue un reto personal que me cambió la vida. Yo no sabía si iba a poder cantar las canciones de Luis Miguel. Simplemente me tiré de la avioneta sin saber si tenía paracaídas. ¿Me entiendes? Pero lo hice. Y le eché todas las ganas del mundo. Los dieciseís años que llevo de carrera. Todo, todo, todo me llevó a este momento. Fue un reto difícil del que salí bien parado, y eso no siempre pasa.
–Acá en Argentina (y en el resto del mundo, obviamente) ya tenés club de fans…
–Curiosamente, aquí fue donde grabé mi primer disco. Esta debe ser como la cuarta o la quinta vez que vengo a Buenos Aires. De todas, ha sido la más especial porque es la primera vez que vengo después de un proyecto al que le va tan bien. Ha sido un viaje increíble. No me esperaba este recibimiento. Fue impresionante. A los sets de filmación llegaban cientos de personas: hombres y mujeres, de todas la edades. El público argentino es muy cariñoso. Todo su amor me contagia y me motiva, saca lo mejor de mí.
–Decime Diego, entre tanto trajín, ¿te queda tiempo para pensar en el amor?
–(Piensa). Está muy complicado pensar en formar pareja. Estoy con mucho trabajo… Pero admito que si hay algo que hace que alguien me caiga bien, es ver que tiene una pasión en la vida… Y te pido disculpas por no seguir con el tema: justo ahorita iba a preguntar si me dejas unos minutos para ir al baño (risas).
Por Flor Illbele
Fotos: Maximiliano Vernazza, Enrique García Medina y Gentileza de P&G;.