En ese momento, un delincuente llegó en una moto y se detuvo en la puerta. Ni bien entró al lugar, sacó un arma y comenzó a amenazar a los clientes.
Casi todos se arrojaron al suelo. Pero un hombre se quedó fijo, al lado de la barra, interactuando con su celular.
El ladrón pasó por detrás suyo, y se acercó a la caja. El encargado levantó los brazos y le entregó el dinero.
El criminal pasó nuevamente a centímetros del cliente, pero este seguía concentrado en la pantalla. El asaltante se fue sin que él se enterara de su presencia.
Sólo cuando las demás personas se pararon y comentaron la situación, el hombre del celular se dio por enterado. Sorprendido, no podía creer lo que había sucedido.
El video de la escena, registrado con la cámara de seguridad del bar, se viralizó primero entre los mineiros y luego en todo Brasil. Un ejemplo extremo del grado de abstracción que puede generar la adicción a la tecnología.