Josef Mengele, mejor conocido como el “Ángel de la Muerte”, perpetró todo tipo experimentos durante la Segunda Guerra Mundial.
Sin duda Josef Mengele fue uno de los seguidores más fanáticos del nazismo. Médico de profesión, el “Ángel de la Muerte” será recordado como uno de los hombres más macabros de la historia de la humanidad debido a los crueles experimentos que realizó en Auschwitz.
Fue durante la Segunda Guerra Mundial, Mengele formó parte del grupo de médicos responsable de la selección entre los prisioneros que fueron ejecutados y los que formaron parte de sus experimentos.
Los registros históricos han dejado en evidencia el nivel de maldad que poseía uno de los asesinos más sanguinarios del Tercer Reich, pero hay uno que sobresale del resto.
Según contó al diario ABC Olivier Guez, autor de la novela histórica “La desaparición de Josef Mengele”, en una oportunidad Mengele tomó a un padre y a un hijo y los asesinó.
“Les arrancó la carne del esqueleto y, posteriormente, envió sus restos a un museo de Berlín. Lo más tétrico es que, en los días posteriores, unos obreros polacos se creyeron que aquella carne era su ración del día y se la comieron”, contó.
Sin embargo, según varios historiadores Mengele no siempre fue así. En principio, todo indicaba que el joven Josef iba a dedicarse al exitoso negocio familiar: la producción de maquinaria agrícola. Pero sus intereses estaban en otros campos más académicos como la biología o la zoología.
No obstante, en 1933 todo cambió para él. El joven se sintió sumamente atraído por las teorías supremacistas del Führer, quien consideraba que la vida era unalucha incesante entre las razas fuertes y las débiles en la cual solo las más puras y fuertes sobrevivían.
Mengele se sentía fuertemente atraído por la idea de la “evolución”. Tal es así, que se recibió de medico con un trabajo titulado “Estudio familiar de la fisura labial labial-mandibular-palatina” después de haber trabajado con Otmar von Verschuer, todo un referente en experimentación humana.
En 1938 se alistó en las SS (las unidades más ideologizadas del régimen) y algunos años después se ganó un puesto como médico en el campo de concentración de Auschwitz.
Mengele solía recorrer las filas de presos que arribaban al campo de concentración al grito de “¡Gemelos, gemelos, gemelos!” para localizar hermanos que sirvieran para sus crueles experimentos humanos. Al parecer, con ellos buscaba descubrir el secreto de los nacimientos múltiples.
Además, las similitudes entre ambos le permitían acabar con uno de ellos, y dejar a otro como sujeto de control. También solía asesinarles a la vez para hacerles una autopsia comparativa.
También inoculó un extraño tinte azul metileno en niños con rasgos arios, pero ojos marrones, para teñirles las pupilas. Posteriormente, los enviaba a la cámara de gas, aunque -en ocasiones- también les arrancaba los globos oculares para quedárselos como recuerdo, develó la deportada Vera Kriegel.
“A los gemelos se les amputaban miembros y se les reimplantaban, en alguna ocasión al revés, se les inoculaban enfermedades, se les practicaban heridas y se infectaban a propósito para ver las reacciones, se les intercambiaba la sangre… no había límite para la perversa imaginación de Mengele”, explicó el historiador Jesús Hernández.
El miembro de las SS cometió todo tipo de barbaridades como arrojar un bebé recién nacido al fuego o aniquilar en la cámara de gas a enormes grupos de personas para evitar enfermedades.