El sol fortalece los huesos y los dientes, estimula la inmunidad, equilibra el colesterol, disminuye la presión sanguínea, ahuyenta la depresión y brinda energía, entre otros beneficios. Pero es también la principal causa del envejecimiento cutáneo.
Un exceso de sol sin protección puede tener efectos muy nocivos. Las consecuencias más reconocidas a largo plazo son la aparición de manchas y arrugas, aumento del número de lunares, cáncer de piel y variadas alteraciones oculares.
“Es muy importante cuidarnos del sol todo el año, no sólo en los meses de primavera y verano. Debemos tomar lo bueno del sol y conocer que tiene efectos beneficiosos”. Para la médica dermatóloga Paula Bourren, jefa del servicio de Dermatología del Hospital Fernández, “es clave saber que es muy importante utilizar la cantidad necesaria de protector solar, especialmente si se utilizan índices bajos de protección ya que en estos casos debería repetirse la aplicación cada dos horas”. “Con una cucharita de té cubrimos la cara, el cuello y parte del escote y aseguramos la protección correcta con un protector 50 o 99”.
Es fundamental evitar la exposición solar en horarios del mediodía, entre las 10 y las 16
El daño del sol se va acumula en la piel con el paso del tiempo y ésta responde engrosando su espesor, es lo que se llama fotoenvejecimiento: “aparecen manchas y lo que más queremos prevenir los dermatólogos son las lesiones en la piel, el fotodaño, las lesiones pre malignas o cáncer de piel”, destacó Bourren.
“La gente se aplica menos cantidad de lo que debería de protección y muchas veces no lo renueva cada dos horas por eso con el uso de protectores altos nos aseguramos la correcta protección de la piel”, agregó.
La médica dermatóloga Lilian Demarchi, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología señaló que “cuando se habla protección no sólo se refiere a la piel y a los protectores solares, sino también al uso de gafas, de bálsamos labiales con factor de protección y de sombreros y ropa adecuada”. “Los dermatólogos también nos referimos a la protección cuando especificamos horarios de exposición y aconsejamos evitar la exposición entre las 10 y 16 y cuando educamos a nuestros pacientes en forma general, a través de charlas y campañas y particularmente en nuestras consultas cuando basados en su estado de salud aconsejamos medidas especiales”, destacó, al tiempo que resaltó que “hay ciertas enfermedades y ciertos medicamentos que producen fotosensibilidad, de manera que en estos casos el daño puede incrementarse”.
Los protectores solares adecuados deben mostrar en su etiquetado toda la información necesaria para que el consumidor sepa qué está recibiendo su piel: cuáles son los filtros que contiene, cuál es el factor de protección solar, idealmente especificar para ambos tipos de radiación UVB y UVA, y su resistencia al agua.
“La protección UVB debe ser siempre mayor o igual a 30 FPS para la población general y factores de 50 o 99 para casos especiales que ya mencionamos -aseguró Bourren-. La radiación UVA es tan dañina como la UVB, de manera que también deberíamos buscar que su índice de protección sea alto o muy alto y las fórmulas deben ser resistentes al agua”.
También hay protectores que protegen de los rayos infrarrojos (IR-A). Los productos más avanzados generalmente combinan filtros (reflejan y dispersan la radiación) y químicos (absorben y transforman la radiación) en fórmulas bien estabilizadas y resistentes al agua.
“Protegerse también es considerar superficies que reflejen la radiación, como agua, arena, cemento o nieve y tener en cuenta que en la medida que nos acercamos al Ecuador o en los horarios del mediodía aumenta la cantidad de radiación UVB que alcanza la superficie terrestre y que la niebla o los días nublados dejan pasar un 80% de la misma”, finalizó Demarchi”.
Existe una amplia variedad de tipos de protectores solares que se corresponden para cada tipo de piel y situación
En el marco de la Campaña Nacional de Prevención del Cáncer de Piel, el médico especialista en oncología clínica, Alejandro Turek (MN 65.164) brindó una serie de precauciones básicas que deben tomarse al momento de exponerse al sol:
– Es fundamental evitar la exposición solar en horarios del mediodía, entre las 10 y las 16 horas, ya que en este momento la sombra que proyecta el cuerpo es más corta y el sol brilla desde el centro del cielo con mucha intensidad.
– No se debe exponer al sol a bebés y niños pequeños hasta los seis meses de vida (principalmente porque hasta este momento no pueden utilizar protectores) y hasta los tres años, por lo menos, protegerlos con ropa de algodón, sombreros y FPS superior a 50.
– La aplicación de protector solar es fundamental en cada exposición al sol.
– Existe una amplia variedad de tipos de protectores solares que se corresponden para cada tipo de piel y situación. Pero es crucial utilizar un producto de amplio espectro protector (con filtros UVB-UVA), con factor de protección solar 30 o mayor.
– Una vez elegido el protector solar es necesario que el producto sea colocado media hora antes de la exposición, para que la piel pueda absorber los ingredientes activos.
– El protector debe ser renovado cada dos horas y luego salir del agua (mar, lago, pileta, arroyo, río, cascada) o de transpirar excesivamente. Es importante colocar también una cantidad suficiente de crema. Se recomiendan aproximadamente dos miligramos por centímetro cuadrado de piel.
– Además de aplicar crema, se deben utilizar accesorios adecuados que aumenten la protección solar, como por ejemplo lentes de sol con protección contra los rayos UV, sombreros con ala ancha o gorras con visera.
– El protector debe aplicarse en toda la piel expuesta al sol y debe prestarse especial atención en zonas como los tobillos, el escote o la cabeza en caso de calvos naturales o rapados.
-El ritual de la hidratación se recomienda realizar por la mañana antes de comenzar el día y luego aplicar el protector solar
– No se debe usar únicamente ropa clara aunque se crea más fresca, porque las remeras o pantalones de trama cerrada y de colores oscuros protegen mejor la piel de los rayos.
– Mientras se esté expuesto al sol y especialmente en días de calor hay que beber mucho líquido (aproximadamente entre 2 a 3 litros diarios) y aumentar el consumo de frutas y verduras.
– Luego de cada exposición además, se debe hidratar la piel para seguir protegiéndola. Se recomienda también el uso de cremas “post-solar” para que no la piel no se lesione.