Cantante, compositora, bailarina, actriz, coreógrafa, diva y leyenda. Hoy, 26 de noviembre, celebramos el cumpleaños de una de las más talentosas estrellas que jamás se ha subido a un escenario. Hoy Anna Mae Bullock, más conocida en todo el mundo como Tina Turner, cumple 79 años.
La Reina del Rock es una de las pocas supervivientes de aquel irreemplazable grupo de estrellas musicales que marcaron los años 80, pero eso no quiere decir que la vida de Turner haya sido un camino de rosas. De hecho, en su vida han ocurrido más desgracias que alegrías. Tragedias que individualmente podrían acabar con las esperanzas de cualquier persona, pero de las que Tina se ha repuesto una y otra vez, dando un ejemplo de fortaleza pocas veces visto.
Turner creció en el seno de una familia adoptiva y cuando cumplía la mayoría de edad se enamoró perdidamente de un joven llamado Harry Taylor. Cuando estuvo a punto de dejarlo todo para irse a vivir con él, le llegó la noticia que el hombre estaba casado, y que ella no era más que una aventura con la que perder el tiempo.
Mientras se abría un esperanzador futuro en el mundo de la música, fue admitida como corista en el grupo musical The King of Rhythm, su futuro sentimental le deparaba aún los más negros nubarrones. El líder de aquella banda no era otro que Ike Turner, aunque antes de él Turner tuvo una aventura con el sexofonista de la banda, relación que dio como fruto su primer hijo, Craig Raymond.
Desafortunadamente, el padre de la criatura se desentendió de ellos y para colmo fue expulsada de su casa adoptiva. Todo un papelón, pero resultó que el remedio fue peor que la enfermedad: Ike Turner los acogió en su casa, comenzando así una relación sentimental y profesional con ella, a pesar de que, cómo no, Ike estaba casado con otra mujer.
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Dos años después, Ike le propuso matrimonio y se celebró una ceremonia en Tijuana, México. Lo que no sabía Turner es que ese enlace no tenía validez legal alguna y el que ella creía su marido no era más que su novio. La pareja adoptaría a los dos hijos que Ike tuvo en su anterior matrimonio y ambos formarían el duo Ike y Tina, convirtiéndose en una sensación musical en los años 70. Mientras a nivel profesional las cosas comenzaban a despegar en su vida, personalmente comenzó a atravesar un infierno por culpa de su presunto marido.
Tina quedaba embarazada del primer hijo en común de la pareja, Ronnie. Un año después, y mientras esperaban su segundo hijo llegó a su conocimiento que una de sus mejores amigas esperaba también una criatura… cuyo padre no era otro que Ike.
La asociación musical de Ike y Tina duró 16 años, y mientras en los escenarios daban la imagen de una pareja compenetrada, su vida personal no podría haber sido más catastrófica. Ike se reveló como un monstruo,maltratando física y mentalmente a Tina durante muchos años, llevándola incluso hasta el extremo de intentar suicidarse.
Y como monstruo que era, Ike sumó una vergüenza más a su lista de monstruosidades: la de los celos. Al ver que la popularidad de ella superaba la suya propia, él se dedicó en solitario a gestionar el dinero que recibían, limitando el de Tina y aumentando el suyo propio. Cuando ella se enteró se impuso a él con intención de abandonarlo, sentimental y profesionalmente. El monstruo propinó una paliza a la cantante que casi acaba con su vida, acabando el suceso en todos los periódicos del mundo y quitando así la máscara de buena persona tras la que se escondía Ike definitivamente.
Tina se libraría para siempre de su maltratador y comenzó una carrera en solitario que la coronó como una de las intérpretes más importantes del siglo XX. Una carrera que le ha reportado 8 Grammys y la convirtió en leyenda y la llevó a participar en alguna que otra película, como la célebre tercera parte de la saga Mad Max en la que también colaboraba en la banda sonora.
Hace algunos años, en 2013, Tina decidía retirarse de los escenarios y se casó con la que era su pareja sentimental desde mediados de los años 80, el productor musical de origen alemán Erwin Bach. Ambos viven en un chateau a orillas de un lago suizo. Y esto, que parecía el merecido final feliz del duro cuento que es su vida, no era más que otro escalón en el camino, pues aunque por fin ha encontrado el amor que ella merece, no ha sido el final de su sufrimiento.
Primero un cáncer que consiguió superar trasplante de hígado mediante y finalmente, este mismo verano, la terrible noticia del suicidio de su hijo Craig Raymond tras una depresión por un fracaso amoroso.
Hay quien dice que el sufrimiento es indispensable en la vida de un artista, que sólo de los peores momentos se consigue depurar la magia, pero creo que estaremos todos de acuerdo en que a la Reina del Rock ya le han tocado todas las malas cartas posibles en vida y, al menos en este retiro suizo, merece una vida plácida y la alegría que ella misma ha trasmitido a millones de personas con su inigualable voz.
Hoy brindamos por ella al ritmo de éxitos como Proud Mary, River Deep-Mountain High o A Fool in Love y le deseamos el mejor de los cumpleaños.
