A punto de cumplir 50 años, Netflix estrenó este año una biopic sobre él. Por estos días promociona su reciente clip “No tengo nada”.
En unos pocos días, el 18 de diciembre, Alejandro Sanz cumple 50 años. Y los recibe con el estreno, en abril de este año, de una atrapante bio retratada en el documental “Lo que fui es lo que soy” (disponible en Netflix), el lanzamiento reciente del tema (y videoclip) “No tengo nada”, como adelanto de lo que será el sucesor de su álbum “Sirope”, y el anuncio de una gira que se extenderá durante parte de 2019 y de 2020.
Nada mal, como para festejar medio siglo de vida y los 30 que cumplirá en el mundo de la música el año próximo, que le reportaron más de 25 millones de discos vendidos, 20 Latin Grammy y otros 3 globales, y un itinerario artístico que abarca un territorio que va de Paco de Lucía a Shakira y de Tony Bennett a Malú. Acaso fiel reflejo del balance que intenta aplicar, y reclama, más allá de las fronteras de su profesión.
“Los 50 es la edad más generadora de todas. Es generadora y liberadora. A los 50 ya eres quien eres. Ya no vas a cambiar, ya no vas a ser mejor, ya no hay promesas que cumplir, ya no hay entuertos que resolver. O sea, eres quien eres. Es una tranquilidad y una liberación”, dice a través de la línea telefónica Sanz, desde algún lugar de Madrid.
-Teniendo en cuenta lo exitoso de tu trayectoria, haber escrito una canción en la que decís “no tengo nada” supone una mirada distinta de la que puede haber sobre vos. ¿De dónde surge esa afirmación?
-Muchas veces creemos que por el hecho de tener cosas, realmente tenemos algo. Y lo único que de verdad nos pertenece son las emociones. Lo único que realmente podemos atesorar son los abrazos. La gente a la que queremos, los momentos… Sólo tenemos el presente, las emociones que podemos llevarnos con nosotros. A mí me hacía mucha gracia pensar, mientras estaba en la mesa escribiendo la canción:
“Probablemente esta mesa donde estoy escribiendo dure mucho más tiempo que yo”. Y yo me creo el dueño de esa mesa, cuando en realidad no poseo nada. Un poco la idea es esa, y un poco también rescatarnos unos a otros. Estamos tan ensimismados… Que si la foto en Instagram, que se muestra imagen en las redes sociales. Los móviles nos aíslan de nuestra gente. La intención es rescatar la relación más cercana con el que está al lado nuestro.
-No deja de ser paradójico, porque se supone que las redes sociales nos conectaron con mucha más gente que con la que estábamos en contacto antes de su aparición.
-Por supuesto que las redes nos conectan con muchísima gente; yo, por mi trabajo, puedo estar conectado con mis fans de todo el mundo de una manera que antes no podía hacerlo. Y eso sí se agradece. Pero eso no te tiene que alejar de la gente que tienes al lado. Hay un ejercicio buenísimo que es, cuando estás con gente, apartar el teléfono. Hace poco estuve en el cumpleaños de un amigo que nos pidió que dejáramos el teléfono, a medida que íbamos llegando.
-¿Lo hicieron?
-Al principio, algunos se quejaban. “¡Hombre, cómo voy a dejar mi teléfono!”. Y créeme que fue lo mejor que pasó en la noche. Estuvimos compartiendo como obscenos, hablando unos con otros. Era como una orgía verbal. De repente nos estábamos comunicando… Y otra cosa muy importante: nadie nos pedía fotos. Pudimos compartir. No hay que renunciar a las nuevas tecnologías, pero hay que acotarlas.
-Es cierto lo de las fotos. ¿De dónde sale esa necesidad de mostrarse ante quien no nos conoce, ante quienes seguramente no cruzaremos jamás en nuestras vidas reales?
-En el caso de los artistas, es que nunca hay un paparazzi cuando se lo necesita. Te agarran en la situación más horrible; el día que estás gordo, el día que no quieres que te vean. Y luego, cuando estás bien, cuando estás cuidado, no están. Pues entonces, uno tiene que hacer esa labor. Es casi altruista. Pero en el fondo, también hay mucho de exhibicionismo. Nos hemos vuelto una sociedad muy visual.
A veces hago el ejercicio de mandarle a amigos textos que si no te lo lees enteros no lo vas a entender, para ver cuántos de ellos los leen. Y aproximadamente el 70 por ciento no lee completos los textos que le mando. Somos mucho más visuales. Por eso Instagram está triunfando por encima de Twitter. Y fíjate si es así el mundo, que incluso una de las redes sociales que está dedicada a la letra, a la palabra, estaba limitada a 140 caracteres. Y ahora en un alarde de generosidad nos dejan escribir 100 más.
-Hace unas semanas, hablaste de una supuesta dieta líquida que estabas llevando adelante, que generó una reacción encendida. ¿Qué tanto te interesa que te vean lindo, atractivo?
-¡Eso estuvo bueno! Te digo una cosa: yo necesito cuidarme por salud. Es mucho más lindo levantarte y sentirte bien, ir al armario y ponerte lo primero que encuentres, y que no tengas ninguna queja. Eso me parece maravilloso. Pero aparte, a partir del comentario aquel me hizo mucha gracia la reacción de la comunidad alimenticia.
Empezaron a escribir “nutriólogos” y “endocrinos”, como diciendo que yo tenía que dar un ejemplo. Es como antes sucedía con el tema de fumar. Hoy no se puede decir absolutamente nada sin que salga una asociación cualquiera a molestarte. Entonces, todo el mundo está ofendido. Y el que está ofendido, ya de por sí lleva razón por el simple hecho de estar ofendido.
-¿Añorás un mayor grado de libertad?
-Yo me siento bastante libre. Esa es la verdad. Creo que en este momento tenemos que ser más libres que nunca. Teniendo en cuenta, obviamente, que la sociedad está exigiendo una serie de correcciones de fondo, de cosas que están mal, machismos que hemos compartido todos durante tanto tiempo. Me parece muy bien que atendamos a esos reclamos sociales. Pero por otro lado, también, tenemos que poner en balanza todo. Tenemos que ponerle un poco más fácil el trabajo a los humoristas, por ejemplo. ¡Pobres! están intentando hacer su trabajo, y no pueden.
Números que importan… aunque no tanto
El simple “No tengo nada” fue lanzado en las plataformas digitales el 30 de noviembre pasado, y alcanzó un millón y medio de reproducciones en Spotify.Una cifra que contrasta con los más de 17 millones de vistas que reporta Youtube para el videoclip dirigido por Jaume de Laiguana, rodado en Miami, con una fotografía propia de una película de Alfred Hitchcock.
“No tengo nada” es el primer adelanto del próximo álbum de Sanz, que anuncia que saldrá el año próximo, y sobre el cual ya dio algunas pistas acerca de una colaboración con Camila Cabello.