Gracias a la alimentación que llevamos, se considera que aumento en demasía el consumo de azúcar, generando muchas enfermedades. Uno de los problemas es que muchos alimentos contienen azúcar y no lo sabemos
Tener altos niveles de azúcar en la sangre significa que, si bien el azúcar funciona en nuestro organismo como un aporte de energía, entre otras funciones, alcanzamos niveles demasiado altos que no son beneficiosos para nuestra salud.
Es decir que el azúcar se acumula, en lugar de convertirse en energía, por ejemplo.
Gracias al actual estilo de vida en el que abunda la alimentación rica en hidratos y azúcares refinados (se cree que durante los últimos cincuenta años el consumo de azúcar se ha triplicado en todo el mundo), los especialistas aseguran que, por ejemplo, la diabetes, en occidente, se ha convertido en una enfermedad epidémica; también la asocian a otras afecciones como la obesidad o las enfermedades cardíacas.
Por otra parte, si bien el azúcar refinado es un aditivo sin valor nutricional, el azúcar natural es un alimento que provee de energía inmediata y que el cerebro necesita.
Esto no implica a mayor consumo de azúcar, más inteligencia.
El cerebro absorbe los nutrientes de todo lo que comemos, en la cantidad que necesita, por eso, cuando se realizan esfuerzos mentales como épocas de exámenes los azúcares son grandes aliados.
El punto es que el azúcar y los hidratos de carbono cumplen la misma función.
Entonces, algunas frutas, algunas verduras, los cereales y los panes tienen un alto contenido de hidratos de carbono, y por lo tanto de azúcares. La ingesta de azúcar proporciona un aporte rápido de glucosa al organismo, que es imprescindible para el trabajo celular.
El problema parece ser que al final del día la suma de alimentos con azúcar es excedida.
El azúcar aparece en alimentos que no consideramos: una lata de gaseosa, un jugo de fruta, el café, el té y el mate, yogures, postrecitos, galletitas y panes. Los productos alimenticios procesados suponen en el conjunto de la alimentación una fuente elevada de azúcares.
Es que el azúcar o sus derivados como los aditivos edulcorantes, se agregan a los alimentos en su elaboración para brindarles un sabor más dulce, para potenciar su dulzor, para quitarles acidez, y también como conservante en algunos casos. Así, llegamos a un consumo no moderado de azúcar.
Por lo tanto, para mantener la salud, es necesario, reducir la cantidad de azúcar que ingerimos ya que al final del día sumamos mucha cantidad.
Se puede comenzar por identificar las bebidas, infusiones y alimentos, a los que añadimos a menudo azúcar, y buscar y encontrar alternativas para reducir su consumo.
El azúcar que el organismo necesita no es el azúcar refinada, por el contrario, es el azúcar natural que encontramos por ejemplo en las frutas, las frutas secas, algunas verduras, entre otros.
Cambiar hábitos arraigados no es sencillo, pero tampoco es imposible. Habrá que pensar cómo podemos endulzar sin empalagar al organismo.
Soluciones caseras que nos preservan
Reemplazar el azúcar como endulzante casero, es el concepto a incorporar para que la salud se convierta en una prioridad real.
Cambiar los hábitos cotidianos suele ser difícil, y tal vez hacerlo de manera abrupta lo sea aún más. Por eso, podemos por añadir la mitad de azúcar que acostumbramos a agregarle al café, al té o al mate.
La stevia se presenta como un sustituto natural para endulzar infusiones y también para agregar en cocciones. Se consigue tanto el yuyito como la stevia comercial en diferentes presentaciones, líquida y en polvo.
Pero lo importante pareciera ser, aprender a saborear el gusto real de los alimentos, lo cual se aprende. Es una costumbre agregarle azúcar a las infusiones o a los jugos, no es una necesidad. Para aprovechar todo el dulzor de las frutas es importante elegir las de temporada, que estará madura y en su punto justo y natural.