Habían logrado colocar un alambre con el que frenaban la bolilla en el número que apostaban. En cuatro días se alzaron con unos $ 170 mil
Un grupo de rosarinos fue detenido in fraganti por la policía cuando manipulaban una ruleta en el Bingo de Pinamar donde la bola se detenía siempre en el número que ellos apostaban. La maniobra la llevaban adelante gracias a un trabajo de orfebre con el que habían logrado introducir un alambre que frenaba la bolilla en el número elegido y les había permitido alzarse con un botín de unos 170 mil pesos en pocos días.
El ardid quedó al desnudo mediante las cámaras de seguridad. “No eran ningunos improvisados, tenemos años en esto y notamos mucho profesionalismo. Creemos que no fue la primera vez”, señaló a LaCapital el gerente del Bingo.
El operativo montado por la DDI de la Policía Bonaerense se produjo en la madrugada del sábado en el tradicional Bingo Pinamar, ubicado en Constitución al 200. Los pesquisas se habían mezclado entre el público hasta que la gavilla de rosarinos cayó en la tentación por cuarta vez. Cuando empezaron a manipular la ruleta, las imágenes de los días posteriores aportaron material suficiente para ordenar la detención.
El perjuicio que le habrían causado a la sala de juego se estimó en 170 mil pesos. Así, fueron detenidos Daniel Alberto H, de 45 años; Pablo Angel G., de 56, Raúl Marcelo C., de 45 y Jhonatan T., de 38.
A los delincuentes se les secuestró un Renault Sandero último modelo, 6.650 pesos en efectivo y 21.651,46 en tickets para cobrar.
Lo más jugoso de la historial lo ventiló el propio gerente coordinador de Bingo Pinamar. Adrián (pidió preservar su apellido) accedió a hablar con este diario y brindó detalles de cómo fueron timados por la banda.
La sala de juego tiene cámaras conectadas on line al sistema de Lotería de la provincia y un sistema de videovigilancia en cada sector de juego que es monitoreado permanentemente. La actitud sospechosa de los cuatro sujetos provocó un seguimiento que derivó en la denuncia del Bingo ante la DDI.
Entre las varias ruletas que funcionan en la sala principal, hay una que tiene una cúpula hermética de acrílico y donde el apostador tiene mas acceso al plato para que pueda ver la bola girando.
“Encontramos un agujero en una esquina de una parte del acrílico, en uno de los rinconcitos del borde. Por ahí metían un alambre encerado que enganchaba el plato y hacía detener la bola en el número que habían apostado”, precisó Adrián.
Los estafadores habían acudido al bingo el lunes y repitieron la operatoria durante cuatro jornadas hasta que fueron sorprendidos in fraganti.
“Al principio sólo veíamos movimientos sospechosos, pero no descubríamos a simple vista nada. Después les hicimos un seguimiento con las cámaras de monitoreo hasta que detectamos cómo era la maniobra. Hicimos la denuncia a la DDI, pero dejamos que se fueran, y esperamos que regresaran. Así fue. El viernes volvieron y fueron detenidos”, cont el gerente.
Otro de los puntos llamativos fue el horario. Todos esos días, llegaban a las 21 y permanecían hasta la mañana, como hasta las 9 de cada día. “Después de tantos años acá, se aprende a ver de todo. Estos tipos eran idóneos, para nada gente improvisada y suponemos que han hecho esto del alambre varias veces antes. Quizás se cebaron, pero el mecanismo delata demasiado profesionalismo para pensar en improvisados”, afirmó Adrián.
Hasta ayer, los sujetos seguían detenidos. En la causa interviene la Unidad Funcional de Instrucción Descentralizada Nº 6 de Villa Gesell, perteneciente al Departamento Judicial de Dolores.
Antecedentes
En 2010, otro caso de estafa saltó a la luz pública tras varios meses de investigación. Ocurrió en un bingo de la localidad bonaerense de Ciudadela, donde dos argentinos y un colombiano fueron detenidos tras haber colocado un sofisticado dispositivo electrónico que lograba que cada vez que se pulsaba una máquina tragamonedas, ésta diera créditos. Según se pudo establecer en la investigación, los estafadores obtenían con esta maniobra entre 5.000 y 10.000 pesos a diario en la sala de juegos, aunque se sospechó que ya habían cometido maniobras similares en Merlo, Luján, Chivilcoy y Pergamino.