En los últimos tres años, Yaneidi Guzmán ha perdido un tercio de su peso en medio del colapso económico de Venezuela que dificulta la compra de alimentos. Ahora, Guzmán espera que la oposición logre traer al país la ayuda humanitaria donada en el extranjero y tan urgentemente necesitada en el país.
Ella se despierta sin saber qué comerá su familia durante el día. En muchas ocasiones, solo comen arroz, lentejas y yuca.
La mujer, de 38 años, es una de muchos venezolanos que sufren de desnutrición en una nación que alguna vez fue próspera gracias a su petróleo, pero que ahora ha visto decaer su economía en los últimos cinco años bajo el mandato de Nicolás Maduro.
Ella y su esposo ganan menos de 30 dólares al mes, que utilizan para alimentar a sus tres hijas.
La dieta de los venezolanos se ha vuelto cada vez más deficiente en vitaminas y proteínas debido al control de divisas que restringe las importaciones de alimentos y a salarios que no van a la par de una inflación de casi 2 millones por ciento registrada el año pasado según la Asamblea Nacional, bajo control opositor.
“A mi me gustaría que dejaran entrar esa ayuda”, dijo Guzmán, quien a pesar de tener dos trabajos, ambos sueldos no le alcanzan para pagar por los exámenes médicos, las vitaminas y una dieta rica en proteínas, que su doctor le prescribió.
La creciente desnutrición es una de las razones que esgrime el líder de la oposición venezolana, Juan Guaidó, a quien decenas de países reconocen como jefe de Estado interino de Venezuela, para llevar adelante un plan de traer alimentos y medicinas al país el sábado.
La iniciativa opositora es rechazada por Maduro, quien niega que haya una crisis humanitaria en la nación OPEP y cataloga el proyecto de sus rivales como un “show” que busca socavar las bases de su gobierno.
En San Francisco de Yare, un pueblo a 70 kilómetros al sur de Caracas, el vientre del bebé de María Guitia luce distendido, mientras sus brazos son delgados.
La joven de 21 años vive con sus cinco hermanos y dos padres en una habitación con suelo de tierra y sin agua corriente.
Sin empleo, viven de trabajos informales y una entrega mensual de alimentos subsidiados por el gobierno.
Han tenido que inventar comida con lo poco que tienen, como lentejas y plátanos que poseen en terrenos de su patio.
Guitia dijo que su hijo ha perdido peso en los último cinco meses, hasta que Caritas le dio algunos suplementos alimenticios.
Las Naciones Unidas y la Cruz Roja han advertido contra la politización de la ayuda. Estados Unidos, que presiona por una renuncia de Maduro, envió ayuda para Venezuela en aviones militares a la ciudad colombiana fronteriza de Cúcuta, en una demostración de fuerza.
Fotos e información: Reuters (Carlos García Rawlins, Shaylim Valderrama y Sarah Marsh)