En estos días Mariana Fabbiani sorprendió en su ciclo de El Trece con un reportaje exclusivo de gran repercusión -con altos picos de rating y mucho debate en las redes sociales- a Nahir Galarza, condenada a prisión perpetua por el crimen de su novio Fernando Pastorizzo, uno de los casos más resonantes de los últimos tiempos en la Argentina.
La conductora de El Diario de Mariana mostró su crecimiento profesional, su ductilidad y su temple periodístico para encarar una nota a todas luces riesgosa. El tono del reportaje no dio lugar a caer en el golpe bajo ni en el morbo, acaso las aristas más difíciles tratándose de Galarza, quien cumple dos condenas, una judicial y la otra social, aunque aquí también las aguas de la opinión pública se hayan dividido, como todo en la Argentina.
Fabbiani abordó un tema de semejante envergadura sin caer en la tentación de especular con el minuto a minuto en una televisión híper competitiva. La misma conductora que aborda cuestiones políticas, sociales, policiales y de espectáculos en su programa, fue por una entrevista intimista, logrando desde lo profesional el tono justo que necesitaba la nota, realizada desde la prisión de Paraná.
“Es muy interesante y muy difícil hacer una entrevista de estas características, sobre todo cuando se trata de alguien condenado a una perpetua por un homicidio agravado -le explicó Mariana a Teleshow-. El objetivo siempre debe ser poder bucear en esa personalidad compleja, tratar de conocerla más, buscar la verdad y no juzgar. Porque en el caso de Nahir, ya hubo un juicio y hay una condena que está cumpliendo. Mi rol no es el de juzgar. Cada uno habrá sacado sus propias conclusiones al escucharla. Acá no está en discusión quién es la asesina y quién es la víctima; lo que uno se pregunta es qué es lo que hace que una chica, que llevaba una vida normal y sin sobresaltos, de repente haga una cosa así”.
Un tramo del reportaje de Mariana Fabbiani a Nahir Galarza
La producción de Mandarina Televisión, responsables del ciclo, tenía solicitada la entrevista junto a otros medios periodísticos y programas que pugnaban por la exclusiva. Sabiendo que podía autorizarse el pedido en cualquier momento, Fabbiani se preparó, se adentró en el expediente del caso y la historia de vida de la víctima y su victimaria. Imposible no salir movilizado, modificado, ante la experiencia de conocer por dentro una historia que conmovió al país, y estar con una condenada por asesinato en persona.
“Viajé temprano a la mañana el jueves pasado -cuenta en detalle la conductora sobre lo que no se vio de la cocina de la nota-. Ya nos habían confirmado unos días antes que íbamos a tener la entrevista, y como sabía que en cualquier momento podía confirmarse, venía preparándome, leyendo mucho de la causa, el expediente. No quería dejar ningún cabo suelto, y lograr que la entrevista fuera lo más profunda posible. Estudié mucho toda la vida de Nahir, su personalidad, y por ende la vida de Fernando. Por lo tanto llegué muy conmovida a la entrevista porque cuando te pasás estudiando sobre un tema, quedás muy involucrado”.
Ingresar a la cárcel rodeó a Fabbiani de percepciones especiales, distintas. “Todavía me continúa esa sensación en el cuerpo: fue una entrevista difícil de llevar, intensa -confiesa la conductora-. Fue muy larga, duró dos horas, pasó por diferentes estados, y retomamos varias veces los mismos temas. Íbamos evolucionando en la manera de conversar sobre el tema. Había en el ambiente un aire de tensión; la cárcel es un ámbito así. Cuando entrás a una cárcel es difícil abstraerte de dónde estás, todo es bastante hostil, aunque en este lugar yo noté que había como un clima diferente al clima que por ejemplo conocí en la Cárcel de Ezeiza, que es donde alguna vez estuve haciendo entrevistas. Pero no deja de ser una cárcel”.
—¿Qué fue lo que más te impresionó?
—Estar en un patio con pasto que hay en el medio de la cárcel, donde esperé para la entrevista. A ese lugar dan todos los pabellones y es adonde las internas salen dos horas al día. Allí me abstraje un poco y me pareció muy fuerte, me angustió, ya que la zona donde está la cárcel está muy urbanizada. Comprobar cómo desde allí se escucha la moto que pasa, el nene que llora, la mujer que llama al marido, los chicos que juegan, los autos pasando; lo que sucede afuera, la vida que sigue allá, mientras ahí adentro el tiempo parece estar detenido.
—Y luego, ya en la nota, ¿quiénes estaban y cómo la transitaste?
—Solo estaban los dos camarógrafos, los productores y nosotras dos. Había mucha intimidad y se hicieron unos silencios muy fuertes que todos respetamos. Había tiempos muy distintos a los que uno está acostumbrado en un clima televisivo; esto era otra cosa, obviamente. Me volví ese mismo día a la noche porque fue una jornada en la que la producción trabajó súper bien por lo que logramos. Nos contaban en el penal la cantidad de pedidos que había para esta nota; nosotros lo sabíamos.
Sobre el final, Mariana Fabbiani reveló cómo se sintió modificada y cómo repercute hasta ahora lo que vivió en uno de los reportajes claves de su carrera, dando un paso hacia adelante en su crecimiento periodístico. “Son entrevistas difíciles de digerir. Y después es difícil tomar una distancia afectiva: uno sale movilizado, aunque así entra también. Cuando te empezás a meter en la vida de la víctima, del asesino, uno empieza a involucrarse de alguna manera”.