Hay quien podría decir que “el consumo de los niños tiende a ser más sano” como lectura a la caída en las ventas de golosinas.
Sin embargo, la realidad económica actual marca que, en una caída generalizada de las ventas de todo artículo de consumo inmediato o durable, imprescindible o de lujo, desde la leche a los automóviles, ni las golosinas se salvaron. El consumo de golosinas de los argentinos cayó un 18 por ciento en los últimos cinco años, al pasar de los 3,9 kilogramos per cápita anuales en 2013 a los 3,2 kilos en 2018, de acuerdo a un relevamiento difundido hoy por la Asociación de Distribuidores de Golosinas y Galletitas. De acuerdo al trabajo realizado por la consultora especializada Euromonitor, publicado por la agencia Télam, “el mercado argentino de golosinas representó, en 2013, un volumen de ventas al consumidor final de 164.100 toneladas, cifra que para 2018 se redujo a 141.900 toneladas”. Es decir que, en volumen total, la producción cayó 13,5 por ciento.
El mercado de galletas dulces en todas sus variantes, en tanto, alcanzó un volumen de ventas de 369.000 toneladas en 2013, y de 376.500 toneladas en 2018, con un crecimiento del 2 por ciento en volumen. Pero al medir el consumo per cápita en un período y en otro, resulta una caída de 8,8 kilogramos en 2013 a 8,4 kilogramos el año pasado, con un descenso aproximada del 9,5 por ciento. Estas cifras fueron presentadas en oportunidad de la Expo Golosinas que tuvo lugar esta semana en el centro Costa Salguero, una ronda de negocios que reúne a fabricantes y distribuidores.
Ariel Korin, gerente de la asociación de distribuidores de golosinas, destacó que el mercado se canaliza en un 75 por ciento a través de los kioscos, el resto es por supermercados y tiendas de conveniencia. En el primer segmento de comercialización, el directivo admitió que se esta viviendo una transformación de los puntos de venta producto de la suba de los costos de los alquileres de locales, los servicios de luz y agua y el peso de los impuestos.