Los insecticidas, el calentamiento global y los cambios en el uso del suelo atentan contra las distintas especies de insectos del país, fundamentales para el desarrollo de plantas y cultivos.
Los insecticidas, el calentamiento global y los cambios en el uso del suelo atentan contra las distintas especies de insectos que habitan en el país como las luciérnagas, las mariposas y las abejas, fundamentales para el desarrollo de plantas y cultivos por ser polinizadoras.
Así lo explicó Guadalupe del Río, investigadora adjunta del Conicet de la división Entomología del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata, parte del equipo que desarrolla el primer portal web sobre insectos que habitan en la Argentina y Uruguay.
La experta precisó que “el calentamiento global y el cambio de temperatura dañan a todas las especies que no pueden adaptarse y muchas de ellas están en peligro” y graficó que “se ven afectados los insectos benéficos como las abejas, mariposas y luciérnagas que son, en su mayoría polinizadoras, lo que perjudica el desarrollo de plantas”.
También precisó que perjudica a los insectos la siembra directa sin laboreo de la tierra y el monocultivo como el de la soja.
Menos abejas
Del Río manifestó que la cantidad de abejas disminuyó en los últimos años en la Argentina “también por la fumigación de los campos con insecticidas y porque levantaron lugares que tradicionalmente tenían flores y diversidad de especies vegetales para sembrar soja u otro monocultivo”.
“Le sacaron la fuente de alimento, el néctar de las flores. Sólo en Córdoba, este año se mataron a 50 millones de abejas”, ejemplificó.
La investigadora expuso que, a la vez, la “modificación de los ambientes, como la tala, el desmonte, la pérdida de selvas y pastizales naturales, así como el avance de los cultivos hace que se mueran muchas especies”.
Del Río agregó que ello afecta a las mariposas o las luciérnagas “restringiendo su distribución, que a la vez son muy sensibles a las temperaturas y al calentamiento global que estamos sufriendo”.
La especialista remarcó que “se pierden muchas especies buenas por el uso de pesticidas” y aclaró que, en cambio, los insectos urbanos como los mosquitos o cucarachas “no se ven afectados por los insecticidas o el calentamiento porque están cerca de los domicilios, en otro tipo de hábitat, y tienen mayores lugares donde desarrollarse, comer y hacer su ciclo”.
“Muchas veces se usan insecticidas para combatir plagas y se termina matando a insectosque son buenos porque se comen a otras plagas o que son polinizadores. Por eso, se está tratando de hacer cultivos orgánicos y disminuir los riesgos”, dijo.
Langostas y gorgojos
La entomóloga también hizo mención a las plagas que existen en el país en la actualidad, entre las que destacó a la langosta, “que arrasa con todo” y a “algunos gorgojos”.
También cito a la especie europea Sitona discoideus, presente en los forrajes del sur de Argentina, y a Otiorhynchus sulcatus y O. ovatus, que aparecieron cuando se expandió el cultivo de frutos rojos en el sur del país.
Expresó que “hay mucha gente trabajando en tratar de mantener esas plagas en númerosque no sean perjudiciales para la producción desde lo económico”, pero indicó que “cuando se trata de plagas que vienen de otro lado es más difícil combatirlas porque no se las puede controlar con enemigos naturales, o sea otros insectos que se los coman porque son de otras regiones”.
Del Río subrayó que muchas veces se introducen especies foráneas para combatir plagas y éstas terminan convirtiéndose también en nuevas plagas.
La especialista consideró necesario mejorar tanto los controles de los cargamentos en los puertos como en las barreras fitosanitarias “para evitar que nuevas especies exóticas encuentren un lugar adecuado para vivir y se expandan en la Argentina