Al igual que sucede con muchas personas, tal vez has decidido que quieres pasar menos tiempo mirando tu celular.
Es una buena idea, porque un creciente cuerpo de investigación indica que el tiempo que pasamos en nuestros teléfonos móviles interfiere con nuestro sueño, autoestima, relaciones, memoria, capacidad de retención, creatividad y productividad, así como habilidades para resolver problemas y tomar decisiones.
No obstante, existe otra razón para que reconsideremos nuestras relaciones con nuestros dispositivos. Debido a que elevan de manera crónica los niveles de cortisol, la principal hormona del estrés de nuestro organismo, nuestros teléfonos podrían amenazar nuestra salud y acortar nuestra vida.
Hasta ahora, la mayoría de las discusiones sobre los efectos bioquímicos de los celulares se han enfocado en la dopamina, un químico cerebral que nos ayuda a crear hábitos —y adicciones—. Como máquinas tragamonedas, los celulares y las aplicaciones están explícitamente diseñadas para detonar la liberación de dopamina, con el objetivo de hacer que sea difícil dejar de usarlos.
Esta manipulación de nuestros sistemas de dopamina es el motivo por el que muchos expertos creen que estamos desarrollando adicciones de comportamiento con nuestros teléfonos. Sin embargo, los efectos de nuestros móviles en el cortisol son incluso potencialmente más alarmantes.
El cortisol es nuestra hormona primaria de reacción de lucha o huida. Su liberación genera cambios fisiológicos tales como aumentos repentinos en la presión arterial, la frecuencia cardiaca y el azúcar en la sangre, que nos ayudan a reaccionar y sobrevivir amenazas físicas graves.
Estos efectos pueden salvar nuestra vida si realmente estás en peligro físico —digamos, por ejemplo, si un toro está a punto de embestirte—. Sin embargo, nuestros cuerpos también liberan cortisol en respuesta a generadores de estrés emocional en los que el aumento de la frecuencia no nos será de gran beneficio, como revisar tu celular para encontrar un correo electrónico que tu jefe te escribió cuando estaba enojado.
Si ocurre solo ocasionalmente, el incremento repentino de cortisol inducido por el teléfono podría no ser importantes. Sin embargo, el estadounidense promedio pasa cuatro horas al día mirando su móvil y lo mantiene al alcance de la mano casi todo el tiempo, de acuerdo con una aplicación de monitoreo de actividad llamada Moment. El resultado, como Google ha destacado en un informe, es que “los dispositivos móviles cargados con redes sociales, correo electrónico y aplicaciones informativas” crean “una sensación constante de obligación, lo que genera estrés personal no intencional”.
“Tus niveles de cortisol están elevados cuando tu celular está a la vista o cerca, o cuando lo escuchas o incluso piensas que lo escuchas”, dijo David Greenfield, profesor de Psiquiatría Clínica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Connecticut y fundador del Centro para la Adicción al Internet y la Tecnología. “Es una respuesta al estrés, y se siente poco placentera, y la respuesta natural del cuerpo es querer revisar el teléfono para hacer que se vaya el estrés”.
No obstante, aunque hacerlo te podría calmar por un segundo, probablemente empeorará las cosas a largo plazo. En cualquier momento que revisas tu teléfono, es probable que encuentres otra cosa estresante que te espera, lo que conduce a otro aumento repentino de cortisol y otro deseo de revisar tu celular para hacer que la ansiedad se vaya. Este ciclo, cuando es reforzado de manera constante, conduce a niveles de cortisol elevados crónicamente.
Y los niveles de cortisol elevados crónicamente han sido relacionados con un mayor riesgo de problemas de salud graves, incluidos depresión, obesidad, síndrome metabólico, diabetes tipo 2, problemas de fertilidad, hipertensión arterial, demencia e infartos cerebrales.
“Cada enfermedad crónica que conocemos es exacerbada por el estrés”, dijo Robert Lustig, profesor emérito de Endocrinología Pediátrica en la Universidad de California, campus San Francisco, y autor de The Hacking of the American Mind. “Y nuestros teléfonos están totalmente contribuyendo con esto”.
Además de los efectos a la salud potenciales a largo plazo, el estrés inducido por los celulares nos afecta en formas más inmediatas.
Niveles elevados de cortisol afectan a la corteza prefrontal, un área del cerebro crítica para la toma de decisiones y el pensamiento racional. “La corteza prefrontal es el Pepe Grillo del cerebro”, dijo Lustig. “Evita que hagamos cosas estúpidas”.
La afectación de la corteza prefrontal hace decrecer el autocontrol. Cuando se une a un deseo poderoso de mitigar nuestra ansiedad, esto puede llevarnos a hacer cosas que en el momento podrían parecer que alivian el estrés pero que son potencialmente fatales, como escribir un mensaje mientras manejamos.
Los efectos del estrés pueden ser amplificados aún más si constantemente nos preocupa que algo malo pueda pasarnos, ya sea un ataque físico o un comentario en las redes sociales que provoque nuestra ira. (En el caso de los teléfonos, este estado de hipervigilancia a veces se manifiesta como “vibraciones fantasmas”, en las que las personas sienten que su celular vibra en su bolsillo cuando el móvil ni siquiera está ahí).