La expresidenta formuló la convocatoria durante la presentación de su libro “Sinceramente” en la Feria del Libro y señaló que “es necesario algo más” que el enunciado de un diálogo multisectorial para hacer frente a la crisis que atraviesa el país. Los mensajes al Gobierno, las señales polìtico-electorales y las presencias -y menciones- clave de un acto con el calor de la militancia.
El reloj marcó las 20:05 cuando el director general para Argentina del grupo editorial Random House Mondadori, Juan Ignacio Boido, alargó el micrófono hacia su derecha. Le cedía la palabra a quien había ido a escuchar el auditorio completo del salón Jorge Luis Borges. El interés y el entusiasmo se multiplicaban por los pabellones y patios descubiertos de la Rural de Palermo. También sobre la vereda y el asfalto de la Avenida Sarmiento, convertidos en un lodazal tras horas de aguacero. La senadora Cristina Fernández sonreía. Unos minutos antes, mientras la multitud esperaba, en una de las pantallas internas de la sala se había proyectado un videoclip que mostraba el proceso de impresión y reedición del libro Sinceramente. “Un verdadero suceso editorial que contrasta con la difícil situación que atraviesa nuestro sector”, lo había definido la titular de la Fundación El Libro, María Teresa Carbano. Cuando por fin la expresidenta tomó el micrófono, lo hizo en su condición de autora de las 600 páginas que revolucionaron las últimas dos semanas. Entonces pronunció un discurso que sorprendió por su corta duración. La tesis central que se desprendió de sus palabras es la necesidad de realizar un “contrato social de ciudadanía responsable”, lo que excede a un mero pacto dirigencial, para poder sacar a la Argentina de la crisis económica y social en la que se encuentra sumergida.
De blusa clara y pollera holgada negra, la ex mandataria aludió de modo indirecto a la convocatoria al acuerdo de diez puntos al que invita Mauricio Macri. Lo del Presidente, se sabe, es un acercamiento que busca involucrar a la oposición para garantizar la continuidad de las medidas de ajuste y reconversión estructural de la economía, siempre según el paradigma neoliberal y las recomendaciones del FMI. Por el contrario, Cristina consideró en todo caso que la urgencia de la situación obliga a ir más allá de los simples “discursos de unidad”.
“Nadie puede estar en desacuerdo con esos enunciados pero va a ser necesario algo más”, subrayó la senadora al plantear que ante la dimensión del descalabro no alcanza con las negociaciones o diálogos entre dirigentes. Lo que está en juego, recordó CFK, es “el sobrevivir todos los días” de muchas familias argentinas. Y lo que siguió luego fue la explicación más en detalle del “contrato social de todos los argentinos y argentinas”, con “metas verificables, exigibles”. Ese planteo fue el eje central de su exposición.
La frase sobre la necesidad de llevar a cabo un acuerdo general de todos los ciudadanos de la Argentina partió de un diagnóstico sobre las razones y las responsabilidades en la gestación de la crisis. Cristina involucró a toda la sociedad en la génesis del problema. “Este libro, lejos de platear enfrentamientos o peleas, es una interpelación a las dirigencias sociales, políticas, culturales, sindicales. Es, también, una interpelación a la sociedad. Porque después de todo lo que hemos vivido y padecido yo creo que hay un reflejo arriba de lo que hay abajo”, afirmó. Se refería a que las acciones y comportamientos de la dirigencia tienen implicaciones culturales, arraigadas en la vida cotidiana de la sociedad.
“Los argentinos no somos fáciles”, señaló en otro momento. Otra sorpresa de la jornada fue que no concentró todas las responsabilidades en Macri y su gobierno, lo que hubiera sido esperable en un discurso de tono electoral, usualmente más confrontativo. Cristina, eso sí, acicateó a Macri al contrastar las acciones de Cambiemos con los logros de la administración estadounidense Donald Trump: mencionó la disminución récord de la tasa de desempleo, la política de relocalización de empresas en el territorio de EEUU y la revalorización del trabajo industrial. “Los que son tan afectos a viajar deberían saber estas cosas”, fue una de las –contadas- frases que le dedicó de modo directo a la gestión macrista.
Construir algo diferente
A juzgar por los comentarios que circularon posteriormente, la hipótesis del “contrato social de ciudadanía responsable” presentada por CFK fue asimilada como la primera novedad del kirchnerismo 2019. Como se dijo, la frase incluso sonó como un anticipo de lo que puede terminar siendo la propuesta central de una eventual campaña. Cristina ligó la iniciativa del contrato social con participación ciudadana con el malogrado Pacto Social puesto en marcha por Perón y su entonces ministro de Economía, José Ber Gelbard, en junio de 1973.
La senadora recordó que la última concentración que acompañó a Perón en la calle, aquella del 12 de junio de 1974 en Plaza de Mayo y la frase “mi único heredero es el pueblo”, no se había disparado por la necesidad de despedirse del entonces presidente. La razón de la presencia popular fue que por la mañana Perón había denunciado acciones de “especulación” y “agiotismo” contra el Pacto Social. Incluso había amenazado con renunciar.
El objetivo del acuerdo general de todos los argentinos y argentinas al que llamó Cristina sería “la generación de trabajo genuino”. “Es necesario un contrato social de los argentinos y las argentinas. Un contrato social de ciudadanía responsable. Un acuerdo al que están llamados los dirigentes empresarios, los dirigentes sindicales, los dirigentes intelectuales, los trabajadores que ejercen de ese modo su ciudadanía, los cooperativistas que crean su propio empleo. Es necesario que todos pongamos esfuerzo para generar trabajo genuino. No hay posibilidades de un crecimiento económico sin mercado interno fuerte”, remarcó CFK en la convocatoria más concreta que se escuchó en la Feria del Libro.
La presentación de su obra de 600 páginas en las instalaciones de La Rural había movilizado hasta Palermo a una verdadera multitud. Dentro del salón, tras formar parte de una lista de mil invitados, se habían ocupado todas las sillas con personalidades de la política, de la cultura, del ámbito empresarial y del periodismo. En las primeras filas se pudo ver al ex jefe de Gabinete Alberto Fernández –a quien CFK nombró dos veces y le agradeció la idea de escribir un libro-; a Taty Almeida y Lita Boitano, de Madres de Plaza de Mayo y Familiares de Desaparecidos y Detenidos Políticos; a la intendenta de La Matanza, Verónica Magario.
A lo largo de la sala se codeaban directores de cine, actrices y actores, como Marcelo Piñeyro, Julieta Díaz y Pablo Echarri; músicos como Dolores Solá, Acho Estol, Peteco Carabajal, Celsa Mel Gowland y Ariel Prat; también escritores, como el novelista Sergio Olguín. Una presencia que despertó curiosidad fue la del empresario del Grupo América (licenciatario de las señales de TV América 2 y América 24) Daniel Vila. Entre las presencias se veían exfuncionarios del kirchnerismo, como Carlos Tomada, Aníbal Fernández, Jorge Taiana y Julián Domínguez, entre otros. Otra de las apostillas que mereció algún comentario cuando todo había terminado fueron las menciones que hizo Cristina a lo largo del discurso: aparte de Alberto Fernández, la senadora nombró al diputado bonaerense Carlos ‘Cuto’ Moreno y también a Tomada, legislador porteño y exministro de Trabajo durante los doce años de gobiernos kirchneristas. Al citar a Tomada, presente en segunda o tercera fila, Cristina contó que tiempo atrás lo había llamado para consultarle cuántos beneficiarios de programas sociales había en la Argentina al finalizar su gobierno, el 9 de diciembre de 2015. CFK contrastó entonces la cantidad de planes para desocupados o sub-ocupados de entonces con los que existen hoy, durante la administración Cambiemos. Los que existen hoy superan ampliamente a los que existían al finalizar el 2015. “A pesar de ser ‘populistas’, bajamos la cantidad de planes. Porque habíamos creado millones de puestos de trabajo”, subrayó. Con esa frase quería demostrar cómo muchas veces la mala información lleva a incomprensiones históricas. “Yo por eso quise hacer un libro que fuera un instrumento. Enseguida me pareció que tenía que escribir cosas que le sirvieran a la gente”, remarcó en otro tramo de su discurso la autora de Sinceramente. ¿Será finalmente precandidata? Para utilizar un término de las novelas de tipo folletín del siglo XIX, esa incógnita “continuará en el próximo capítulo”.