Marcos Peña analizó la posibilidad de abrir unas primarias para los dos sectores de Cambiemos que tienen perspectivas opuestas.
En el laboratorio electoral del Gobierno suelen elucubrarse hasta los planes más disparatados. Incluso a veces suelen ocupar un lugar relevante en los medios, y los cerebros de la campaña macrista aprovechan la filtración para medir el humor social.
Sin embargo, hubo una idea descabellada que sí se analizó hasta bien cerca del cierre de listas, que había sido bien recibida por algunos de los integrantes más selectos de la mesa chica del oficialismo y que no terminó de prender entre el resto porque concluyeron que, al final, sería peor el remedio que la enfermedad.
Según confirmaron altas fuentes oficiales, el Gobierno estudió habilitar unas PASO entre “verdes” y “celestes” para dirimir la grieta entre los candidatos que están a favor y en contra de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que el año pasado provocó profundas divisiones en el oficialismo -en especial en los interbloques del Congreso- y que ahora volvieron a reavivarse tras el cierre de listas del fin de semana.
Según aseguraron, el jefe de ministros, Marcos Peña, principal estratega de la campaña, había dado en principio el visto bueno a la primaria, cuya implementación fue descartada primero en la ciudad de Buenos Aires. En territorio bonaerense, tardó más en desecharse.
La discusión interna en torno al aborto, además de la paridad de género que empezó a implementarse este año tras su aprobación en el Parlamento, llevó al máximo las tensiones propias dentro de la alianza ex Cambiemos durante los cierres de listas.