La primera ciudad de la costa santafesina se apresta a cumplir 276 de vida. Su fundación data del 4 de julio de 1743.
La ciudad de San Javier, ubicada en la costa santafesina, se apresta a cumplir 276 de vida. Su fundación data del 4 de julio de 1743. El acto oficial será el jueves a las 14.30 hs. en la plaza San Martín y será presidido por el Intendente Mario Migno.
Un poco de su historia
La profesora de Historia Leda Martínez, contó sobre los sucesos que fueron gestando la que hoy es la primera ciudad de la costa santafesina. La profesional recordó que “la zona norte de la provincia fue habitada por aborígenes canoeros, presumiblemente de Entre Ríos y hasta del Uruguay, del grupo chaná-timbú, de quienes han quedado vestigios arqueológicos de importancia junto al río o en zonas de islas. A raíz de su nomadismo, estos grupos dieron espacio a la llegada de otros, provenientes de la zona del Chaco, de la nación de los guaycurúes, los mocovíes, pueblos recolectores, cazadores y pescadores, que se asentaron en la costa del río San Javier, donde sus descendientes viven en la actualidad”.
Hacia 1741, el gobierno santafesino a cargo de Francisco Javier de Echagüe y Andía, junto a los jesuitas, realizó tratos con los caciques mocovíes para crear una reducción. “En 1742, se había establecido la Reducción de Indios Mocovíes de San Javier a cargo de los padres jesuitas en donde se fundara la primitiva Santa Fe; pero, recién el 4 de julio de 1743 -precisamente en la actual Cayastá- se realiza la fundación de nuestro pueblo, llevada a cabo por los jesuitas Gerónimo Núñez y Francisco Burgués, otorgándoles el gobierno de la provincia, en ese momento a cargo de Francisco Antonio Vera y Mujica, 4 leguas cuadradas de terreno”, relató la profesora.
Por diversos motivos, como el ataque de los indios, incendios e inundaciones, entre otros, San Javier debió trasladarse en sucesivas oportunidades, estableciéndose en el emplazamiento actual en 1752.
“Es de destacar la importante labor realizada por los padres jesuitas, ya que San Javier se convirtió en una población en continuo progreso. En especial, no podemos olvidar al P. Florián Paucke, quien dedicó todo su esfuerzo a enseñar a los mocovíes a trabajar la tierra, a construir viviendas, a fabricar utensilios de labranza y herramientas, a educarlos, a desarrollar el gusto por el arte y la música, además de impartirles la fe católica”, indicó.
Llegada de inmigrantes
Tras la expulsión de los jesuitas, la reducción quedó, en 1768, bajo la responsabilidad de los padres mercedarios, quienes extendieron su labor hasta 1812 y desde esta fecha hasta 1912, bajo el mando de los Misioneros Franciscanos.
“Es preciso aclarar -remarca Martínez- que, durante buena parte de esta época, a raíz de las luchas civiles que se suceden a partir del 25 de mayo de 1810, la reducción de San Javier, al igual que muchas otras, cae irremediablemente, retrotrayéndose el límite de la provincia en 1818 hasta la ciudad de Santa Fe. Recién en 1854, se piensa en recuperar las tierras del norte de la provincia. Fue entonces que el conquistador dejó paso al colonizador, nació la inmigración y, con ello, el principio del engrandecimiento de la Nación. “Entre 1865 y 1868, ejerció el gobierno de la provincia Nicasio Oroño, quien manifestó su empeño en fomentar la política agraria y, para ello, se propuso fundar colonias en cualquier punto de la provincia y proyectó incorporar al indio a la colonización agrícola, lo que implicaría la transformación del mismo: de reducido a colono. Para lograrlo, se le entregarían tierras en propiedad. Surgió así, en 1866, el Pueblo y Colonia de San Javier, realizándose la traza actual y, comenzando lentamente a transformarse en lo que hoy es nuestro pueblo: aparecieron las primeras instituciones civiles, escuelas, casas de comercio, edificios, muchos de los cuales hoy se conservan. En 1924, llegó el ferrocarril que nos conectó con el resto del país y luego será la Ruta Provincial Nº 1”, expresó la profesora.
La última rebelión
En 1904, se produjo el último levantamiento de indios mocovíes, conocido como “Último malón”, en el que se enfrentaron las fuerzas del blanco con las viejas costumbres de los aborígenes. La última rebelión cambiaría la fisonomía del pueblo de San Javier. Habrá versiones a favor y en contra, según el que relate la historia, pero lo que nadie podrá negar es que, a partir de 1904, el pueblo mocoví se dispersó y su cultura se fue perdiendo poco a poco”, concluyó Martínez.
Una figura con historia
La figura del aborigen fue trascendente en la historia de San Javier; por eso se lo recuerda a través de un monumento alusivo.