Candelaria tiene parálisis cerebral y está conectada a varias máquinas para vivir. El médico pidió que un especialista esté con ella día y noche, pero desde la obra social Iapos dicen que “es muy caro”.
A Candelaria Raimondi le encanta la música. Con un sonajero sigue el ritmo de cada canción de Jimena Barón y de Tini Stoessel que escucha desde la cama. No puede levantarse sola y depende de un respirador todo el tiempo porque tiene dañado un pulmón y el otro lo perdió hace unos años después de una convulsión. Nació con parálisis cerebral y en noviembre cumplirá 20 años. Es una usuaria más del Registro Nacional de Electrodependientes por Cuestiones de Salud (RECS). Su mamá, Susana Leguiza, la ayuda a comer y a bañarse, pero no le es fácil. La mujer tiene artritis reumatoidea, una enfermedad que le dificulta moverse. Desde julio una enfermera la asiste, pero este martes vence el convenio con la prestadora de salud y desde la obra social le dijeron que no van a renovarle el servicio. Sostienen que es muy caro y que prefieren pagarle un geriátrico a ambas. La madre entiende que es un derecho tener un acompañante las 24 horas del día, tal como el médico de su hija lo prescribió. Ahora espera que al menos le aprueben el pedido de tener una enfermera que asista a Candelaria por 18 horas.
“Me duele porque no pido que me regalen nada. Las dos estamos solas y tenemos los certificados de discapacidad. Es un derecho y hay leyes internacionales que lo garantizan. Mis problemas de salud no me permiten atender a Candelaria. Se me caen las cosas de las manos porque no tengo fuerza y pienso que se me puede caer mi hija. Desde Iapos me dicen que es mucho dinero, pero no estoy pidiendo más de lo que mi hija necesita”, contó la madre.
Candelaria nació a los 5 meses de gestación. Fue la segunda hermana melliza. La primera murió en el parto. El diagnóstico de los médicos fue parálisis cerebral con síndrome convulsivo y microcefalia. Desde entonces respira a través de una máquina a la que está conectada todo el día. También tiene problemas en los huesos, come a través de un botón gástrico y necesita asistencia las 24 horas. Toma cerca de 10 medicamentos por día y la atienden todo tipo de profesionales.
“Es una nena muy dulce y expresiva. Con su mirada te demuestra sí le caíste bien. Si no le caes bien cierra los ojos y se hace la dormida. Le gusta estar acompañada”, contó su madre, quien sabe que debe sentarla al menos cuatro veces por día para cambiarla de posición. Entonces elige ponerle la música que más le gusta, la perfuma, le pinta los labios y las uñas. “Siempre estuvo muy estimulada. Es coqueta. Le encantan las pulseras. La última vez que estuvo internada le pidió a la médica que le regalara una”, agregó Susana.