La realización de una terapia psicoanalítica ayuda a resolver problemáticas de diversa índole, ya sea personales, de pareja o familiares. Sin embargo, en algunas ocasiones, el proceso terapéutico parece no avanzar ni rendir frutos. ¿Quien esta fallando en esas ocasiones? ¿El terapeuta, el paciente o ambos?
Un proceso terapéutico es un trabajo de a dos. Debe haber un paciente que desea mejorar algún aspecto de su vida, y debe haber un terapeuta que lo guíe y le de herramientas para atravesar el proceso. Y si bien las chances de llegar a buen puerto son muchas, esto es resolver las problemáticas del paciente en un proceso psicoanalítico exitoso, hay casos en los cuales el proceso fracasa. ¿Qué pasa cuando una persona siente que la terapia no le es efectiva y decide abandonarla? ¿O hace años y años que se encuentra ‘trabajando’ sobre lo mismo y no observa cambios o resultados diferentes al momento en que hizo la primera consulta?
“No hay terapeuta que pueda si no hay paciente que quiera”, dice María Noel Lucano, Licenciada en Psicología, M.N. 34.260, especializada en coaching ontológico. “Es importantísimo que haya demanda y deseo del paciente. Inclusive más allá de sus resistencias y boicots, miedos o inseguridades, debe haber de parte del paciente un deseo real de modificar cuestiones, lo que lleva trabajo y tiempo. Por supuesto hay también responsabilidad del terapeuta”, agrega la psicóloga.
Por otra parte, existen diferentes tipos de terapia psicoanalítica y es el paciente quien debe elegir qué tipo de tratamiento quiere abordar. “Dentro del ámbito psi existen diferentes marcos teóricos, que a su vez cuentan con distintas metodologías de trabajo. Pero lo que todas poseen en común es el objeto de estudio: el ser humano y más aun, todas buscan de una manera u otra modificar una situación de malestar, angustia o una actitud y conducta que no está siendo efectiva para esa persona en cuestión, por otra más optima”, explica la especialista. Entre las variantes a elegir, se encuentran el psicoanálisis, el cognitivismo, la gestalt, la sistémica.
“El paciente tiene el derecho de elegir desde que metodología de trabajo puede resolver sus temas o con qué estilo de trabajo siente que puede elaborar mejor sus temas”, dice Lucano. “De todas maneras, en el momento que estamos viviendo en el cual prima la ansiedad, sentimiento que nos aborda e impulsa a querer que todo se resuelva ya mismo, es necesario reforzar al paciente el concepto de tiempo necesario”. La psicóloga explica que hay terapias más cortas como la cognitivista, que focaliza sobre objetivos en el aquí y ahora, a diferencia del psicoanálisis, que trabaja resolviendo sobre los cimientos, para poder avanzar hacia el futuro. “No obstante, hay que aclarar este tema de antemano con el paciente, para que ansiedad no se convierta en un factor de boicot al proceso terapéutico”, afirma la especialista.
“Cuando nos preguntamos o pensamos acerca de la ansiedad, en realidad nos estamos refiriendo a nuestras emociones”, comenta Sandra Ojman, Licenciada en Psicología, M.N. 12.406, Fundadora de Consulta Online. Y continúa: “La ansiedad es una emoción, como también lo es el miedo, la alegría o la sorpresa. Y se expresa como una alerta casi natural a los estímulos que recibimos. Se manifiesta cuando percibimos riesgo o amenaza en nuestro entorno, puede ser un riesgo físico o emocional. La ansiedad es un tipo de respuesta adaptativa, es un modo de prender una alerta ante la incertidumbre”.
¿Cuándo deviene en un problema? “Ante todo, teniendo en cuenta que la persona que consulta llega a un espacio terapéutico con ciertos síntomas que le generan malestar, imposibilidad de hacer cambios o alcanzar determinados objetivos, lo principal es observar la gravedad de ese síntoma puntual, lo urgente del mismo. “No es lo mismo acudir a un profesional de la salud mental con ataques de pánico o fobias que le están impidiendo al paciente llevar adelante su rutina de vida habitual, que una persona que consulta por la necesidad o mejor aún el deseo de realizar determinados cambios en su vida”, apunta la Lic. Lucano.
Diez recomendaciones para prevenir los virus mentales
Aquí una guía práctica para tener en consideración al momento de comprender malestar y angustias.
1. Mantener una posición abierta a los cambios. Practicar constantemente estos nuevos modelos mentales superadores.
2. Trabajar sobre los comportamientos limitantes en general
3. Observar la prevalencia del miedo como condicionante del equilibrio vital
4. Nutrirse de disciplinas de introspección y profundidad interior
5. Estimular la toma de consciencia sobre el enorme potencial de cada ser humano.
6. No minimizar lo que relata una persona desde su construcción de una auto charla negativa: es lo mejor que puede hacer hasta el momento.
7. Utilizar técnicas que denomino de “ecología verbal”: cambiar el lenguaje permite flexibilizar los paradigmas mentales (esas creencias a las que una persona le ha dado tanto poder, que ya son indiscutibles en su vida).
8.Mejorar modelos de comunicación interpersonal. Utilizar feedback en forma asertiva. Reaprender conductas nocivas dentro de la organización. Hacer transversal todo el proceso, de arriba hacia abajo, y viceversa.
9. Mejorar los entornos donde interactúa la persona: si se rodea de personas igualmente intoxicadas con virus mentales, es prácticamente imposible que pueda evolucionar.
10. Llevar un registro de los avances por pequeños que sean. Crear espacios de diálogo para compartir experiencias.