El extraño caso es el de Rosi Gladwell, de Inglaterra. La mujer de 70 años cree que la radiación electromagnética emitida por el wifi es la razón por la que se siente débil, con falta de aliento y con pinchazos y agujas en la cara. Por esta razón, descansa en una bolsa de dormir especial tejida con plata y cobre y se envuelve en una sábana protectora.
Rosi vive en Totnes, Devon, Reino Unido, y compró diversos aparatos con la esperanza de que la protejan, incluyendo un detector portátil de radiación. La británica es autodiagnosticada e intenta evitar las grandes ciudades y lugares habitados por muchas personas. Cuando sus síntomas son abrumadores, se hace una desintoxicación de televisión de 48 horas para volver a sentirse mejor.
“En realidad estoy bastante asustada por el futuro”, confiesa Rosi con respecto a lo que viene y la posibilidad de la introducción del 5G. “Si lo instalan, no sé qué será de mi vida, es un asunto aterrador”, asegura la mujer. Hoy en día, vive en una casa de campo donde no hay frecuencias electromagnéticas que le afecten la salud.
“Si voy a un café, trato de sentarme afuera y si salimos a cenar me llevo mi medidor de radiación conmigo y entonces puedo decidir qué asientos tienen menos radiación y sentarme allí, porque varía mucho en una habitación”, contó Rosi. Luego la británica agregó cómo es su día a día: “Si me expongo demasiado tiempo, tengo que volver a casa y tener dos días con todo apagado y no ver la televisión”.
Hace 6 años que Rosi se autodiagnosticó con sensibilidad a los campos electromagnéticos tras haberse sentido mejor 10 minutos después de apagar el wifi y los teléfonos fijos inalámbricos en su casa. Desde aquel momento, pasó la mayor parte de sus días con su esposo en Andalucía y busca generar conciencia sobre los peligros del wifi.