Alicia Ostri y Alberto Perassi, la mamá y el papá de Paula Perassi, fueron declarados personalidades distinguidas en el Concejo Municipal de Rosario (Córdoba 501). El reconocimiento llega por su lucha en defensa por los Derechos Humanos y por la pelea por el esclarecimiento del crimen de su hija desaparecida desde septiembre de 2011.
El edil Eduardo Toniolli, uno de los impulsores de la iniciativa, explicó: “Alberto y Alicia merecen un enorme reconocimiento por su lucha denodada por esclarecer la desaparición de su hija Paula, y por obtener justicia, tarea en la que se chocaron en más de una ocasión con complicidades institucionales de todo tipo”.
Ocho años de lucha
La última vez que Alberto y Alicia Perassi vieron a su hija Paula fue el domingo 18 de septiembre de 2011. A ocho años de su desaparición todavía no saben dónde está y pelean día a día por encontrarla. En mayo los nueve acusados en la causa que investigó su desaparición y muerte quedaron absueltos en un juicio oral y público que no cumplió con las expectativas de familiares y organizaciones sociales.
Paula Perassi tenía 34 años y vivía en San Lorenzo con sus dos hijos de entonces 2 y 6 años. Su caso puso en evidencia el poder de empresario del transporte Gabriel Strumia y la complicidad de la Policía local para encubrir el crimen. En la investigación Strumia estaba acusado de “aborto sin consentimiento seguido de muerte y privación ilegítima de la libertad agravada”, imputación que compartió con su esposa Roxana Michl, su empleado Antonio Díaz y la partera Mirta Rusñisky. Además, cinco policías llegaron al juicio imputados de encubrimiento del crimen e incumplimiento de sus deberes: Gabriel Godoy, Aldo Gómez y María Galtelli, y los dos ex jefes de la fuerza Jorge Krenz y Adolfo Daniel Puyol. También fueron acusados de robar y destruir pruebas y de falsedad ideológica de instrumento público.
Apenas desapareció, Alberto y Alicia fueron los únicos que salieron a pegar carteles y buscar a su hija. Ni la Policía, ni la Justicia ni los medios los escucharon. Recorrieron comisarías, juzgados, hospitales y juntaron todas las pruebas para demostrar que Paula no se había ido, como les quisieron hacer creer desde un principio. Cada vez que la causa estuvo a punto de caerse se encadenan en los Tribunales de San Lorenzo y Rosario para pedir justicia.
En estos años de lucha recibieron amenazas y ataques de todo tipo al punto de que Alberto no sale de su casa sin el chaleco antibalas puesto. Ellos siempre dijeron lo mismo: quieren saber dónde están los restos de Paula para enterrarlos y que sus dos nietos tengan un lugar para visitar a su mamá.