Los presidentes de Flamengo y River, sumados a los máximos dirigentes de las asociaciones argentina, brasileña y chilena conformarán este martes a las 14.30 una mesa de trabajo en Asunción, con Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol. El tema excluyente será la sede de la primera final única de la Copa Libertadores. El conflicto social que vive Chile desde hace dos semanas puso en duda el encuentro, programado para el 23 de noviembre en el estadio Nacional, de Santiago.
Pese a que el gobierno que encabeza Sebastián Piñera ratificó su intención de organizar el partido, las hinchadas de los tres clubes más grandes de la capital (Universidad Católica, Universidad de Chile y Colo Colo) convocaron a una marcha multitudinaria hacia el recinto deportivo en simultáneo con el partido entre Flamengo y River.
A la iniciativa se suma la conflictividad que se vive en las calles y a la intervención diaria de los carabineros. En lugar de aplacarse, el reclamo social escala. Y ayer, además, un terremoto de 6,1 grados sacudió seis regiones del centro y el sur de Chile, incluida la capital.
Pese a este contexto, la Conmebol hoy explicará por qué no es tan fácil cambiar la sede del partido. Recordará la inversión millonaria que hicieron tanto el gobierno chileno como la propia Conmebol para poner el estadio en condiciones. “Hace meses que venimos trabajando con Santiago. Hay contratos firmados y permisos otorgados”, le contó a LA NACION una fuente de la confederación. Puede que la explicación no satisfaga a los clubes y a los presidentes de la AFA y de la CBF brasileña.
En ese caso, dos planes distintos aparecen en el horizonte de la final. Uno es aplazar una semana el partido, y programarlo para el 30 de noviembre en la misma sede trasandina. Serviría para ganar tiempo sin perder el trabajo que ya se realizó. Pero, claro, el tiempo no garantiza que los reclamos sociales en Chile aminoren para la nueva fecha del trascendental encuentro.
La otra opción es pensar en una sede alternativa. En ese sentido, el mapa continental ofrece a la Nueva Olla, el estadio de Cerro Porteño, como alternativa más viable. El coloso albergará el próximo sábado la final de la Copa Sudamericana entre Colón e Independiente del Valle, por lo que la logística y la seguridad para el 23 de noviembre no serían un problema. Pero tiene cerca de 6000 entradas menos disponibles, por lo que eso generaría un potencial inconveniente en los hinchas. Sólo en caso de que la capital paraguaya no prospere se pensaría en mudar el partido a otro continente. Como sucedió en 2018.