Si era difícil desde hace meses llegar a comprar un auto, lo que viene va a ser peor. Las automotrices están endureciendo su política comercial, con el traslado directo de la devaluación a los valores de los 0km, a la vez que empiezan a reducir de forma paulatina y selectiva los descuentos que venían ofreciendo. En noviembre, las listas de precios llegaron con aumentos de hasta 10%, en algunas marcas mientras que se recortó el monto de las bonificaciones.
Esto se debe a que el nivel de stock que hay en sector fue disminuyendo y comienza a haber faltantes en algunos modelos. A fines de octubre, había en los depósitos de fábricas, concesionarias, importadores y puertos unas 123.000 unidades cuando un año atrás en el momento en que el mercado sufría el mayor impacto por el cambio de tendencia de consumo se llegaron a contabilizar 350.000 vehículos sin compradores. La política de descuentos fue aliviando ese stock. El problema es que no se fueron consumiendo los modelos de manera proporcional por lo que ahora faltan los más demandados y sobran de los otros. Tampoco todas las marcas están en la misma situación.
Este cambio del mercado hace que algunas empresas empiecen a vender de forma más racional, es decir, al precio que le permita alguna rentabilidad. Es por eso que este mes se inició con subas importantes y menos incentivos para atraer compradores. Se estima que los próximos meses está política se profundizará y se pasará de un mercado de oferta a uno de demanda por lo que pueden faltar autos en los próximos meses.
Por ejemplo, Volkswagen incrementó un promedio de 10% en su lista oficial y le quitó $ 40.000 a la bonificación que ofrecía por el Gol. Con este ajuste, se produjo un hecho simbólico: este modelo pasó la barrera del millón. La versión más equipada de este clásico de la marca en otros momentos peleando un puesto en el ranking de los vehículos más accesibles cuesta ahora más de $ 1.091.150. Es cierto que cuenta todavía con un incentivo de $ 160.000 pero el precio oficial es el otro.
Renault, por su parte, subió 5% el precio de modelos como el Kwid pero, a su vez, redujo en unos $ 40.000 el descuento que se ofrecía por lo que el aumento respecto al valor que se conseguía en octubre es mayor. Fiat es otro caso en el que disminuyó las bonificaciones en modelos como el utilitario Fiorino. Toyota también dio de baja las bonificaciones que ofrecía en septiembre y lleva con su red de concesionarias una política especial. Si bien aumentó la lista hasta un 7%, le permite a los dealer reponer unidades con precios de septiembre o de octubre.
Esto también dependiendo de la necesidad de reducir stock en algunos modelos. Por ejemplo, el Corolla que, antes de fin de mes, tendrá su renovación en el tope de gama y la llegada de la versión híbrida. Para marzo, se completará con otras versiones. Mientras tanto, los vendedores deberán deshacerse del stock actual.
El resto de las marcas aplicó aumentos de un 6% en promedio.
En muchos casos, la política de aumentar las listas y aplicar bonificaciones es para tener una caja segura a través de los que se suscribieron a un plan de ahorro. Estos pagan la cuota en base al precio de lista, lo que provocó una andanada de quejas y medidas judiciales. En algunas marcas, representa 30% de su facturación. También lo hacen por presión de las casas matrices que obligan a tener sus listas oficiales a valores de equilibrio financiero aunque después se pierda rentabilidad con los descuentos. Además, en caso de recuperación de mercado, no necesitan hacer aumentos postergados para llevar los precios de transacción al nivel deseado. Con sólo quitar los incentivos, están cubierto.
Otra ventaja no buscada podría ser que, si tienen algún pedido del próximo gobierno de “concertar” baja de precios en el marco de un pacto social global, tendrían un colchón para hacer frente sin entrar en números rojos.