Las familias con más de un hijo suelen tomar decisiones de alimentación más saludables que las que tienen uno solo, concluyó una investigación según la cual las personas que no tienen hermanos tienen más probabilidades de ser obesos.
El trabajo -publicado en Journal of Nutrition and Behavior- halló que las familias con un solo hijo obtienen un puntaje total menor en 3 de los 12 puntos del Indice de Alimentación Saludable 2010. También tuvieron puntuaciones totales significativamente más bajos entre semana, fines de semana y, de media, lo que indica que hay diferencias individuales y colectivas en los patrones de alimentación entre los grupos.
“Los profesionales de la nutrición deben considerar la influencia de la familia y los hermanos para proporcionar una educación nutricional adecuada y personalizada para las familias de niños pequeños -alerta la autora principal Chelsea L. Kracht, del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma-. Deben alentarse los esfuerzos para ayudar a todos los niños y familias a establecer hábitos y prácticas alimentarias saludables”.
Los datos se obtuvieron de los registros diarios de alimentos que las madres mantenían durante tres días: dos días laborables y uno de fin de semana. Los maestros también mantenían registros de cualquier alimento que los niños comieran mientras estaban en la escuela. Las madres también completaron el cuestionario de Nutrición Familiar y Actividad Física para evaluar los comportamientos típicos de alimentación familiar como la elección de alimentos y bebidas.
Los investigadores encontraron que también las madres de los hijos únicos tenían más probabilidades de ser obesas. Además, el índice de masa corporal (IMC) materno tenía una conexión mucho más fuerte con el percentil del IMC del niño y el percentil de la circunferencia de la cintura. El IMC materno no contribuyó significativamente a los patrones generales de alimentación, pero contribuyó a las calorías vacías.
El estudio solo examinó a madres y niños, por lo que no se midió el impacto de los patrones de alimentación de los padres, pero los resultados fueron independientes del estado civil.
La investigación también encontró que el tiempo dedicado a la atención fuera del hogar, como la escuela y la guardería, no estaba relacionado con los patrones de alimentación de los niños. Esto apunta a la diferencia proveniente del interior del hogar, incluida una diferencia en la frecuencia con la que la familia come frente al televisor (puntuación de prácticas de alimentación familiar) y el consumo de bebidas azucaradas (puntuación de opciones de bebidas), que difieren entre los grupos en el estudio.
“Los comportamientos y patrones de alimentación más saludables pueden ser el resultado de cambios a nivel del hogar en lugar de la exposición de los pares, ya que la exposición de los pares también está presente en la atención fuera del hogar”, añade Kracht.
La investigadora y sus colegas continúan su investigación, analizando específicamente la dinámica del hogar y la familia y cómo influyen en el comportamiento alimenticio, la actividad física, el sueño y otros factores que contribuyen a la obesidad de los niños.
(Fuente: DPA)