Yermina Benítez tiene 26 años y desde hace mucho -según recuerda- que no para un segundo: va de la casa al trabajo y del trabajo a sus quehaceres cotidianos, para organizar la comida, el baño y los juegos de sus dos pequeños hijos pequeños, Delfina y Ciro.
Vive en el barrio Padre Mugica, en el cuarto piso de una casa que año tras año construye un nuevo departamento para algún integrante de la familia Benítez. Pero ahora su vida cambió. Yermina, desde hace pocos días, enfrenta una maravillosa aventura que nunca pudo soñar: ser la dueña del primer McDonald’s que se abrió en la Villa 31.
¿Cómo pasó? Arcos Dorados, operadora de la marca en el país, puso en marcha un modelo que la convirtió en “franquiciada”. Es decir, en la dueña del local y también en la responsable del negocio y de las ventas que genere el mismo.
Al igual que sus siete hermanos, la joven creció y forjó su vida en un barrio que por estas horas permanece convulsionado por la presencia del icónico restaurante de comidas rápidas. “Era caminar hasta Microcentro o tomarse un colectivo e ir a algún otro lugar de la Ciudad. Ahora los vecinos lo tienen a metros de sus casas. Y muchos de ellos trabajan acá: 75 de los 88 empleados son del barrio”, explica.
La joven llegó a Buenos Aires a los cuatro años, junto al resto de los suyos, desde Asunción, Paraguay. La crisis de 2001 llevó a Marina, su mamá, a crear “El Rancho”, en la planta baja del edificio familiar, un localcito de comidas que con el tiempo se volvió emblemático entre los vecinos. “Trabajé con mi mamá y mis hermanos para darle una mano haciendo hamburguesas. Ahora me preguntan si vamos a ser competencia… Pero no es así. Ella hace muchísimos otros platos a buen precio; todos para los vecinos y la gente que trabaja en la zona”, sostiene.
Trabajó junto a los suyos hasta los 17, edad en la que obtuvo su ingreso a McDonald’s, donde empezó como crew, luego gerenta de turno y por último gerenta de negocios. El desempeño en su último cargo fue el motivo por el cual fue elegida para esta gran experiencia. En un comunicado, la empresa explicó que otorgó el financiamiento del local con un formato y condiciones adaptadas a este caso particular.
La apertura fue el 6 de diciembre y contó con la presencia de 1.500 vecinos, quienes recibieron un desayuno gratis y buscaron constantemente a Yermina para hacerle un pedido especial. “Muchos me pidieron trabajo durante la inauguración del local. Yo les dije que iban a contratar gente del barrio pero que la realidad es que el cupo de personal está cubierto. La idea es que en un futuro, cuando haya más lugar o se de alguna rotación, puedan entrar más. A los vecinos les gusta saber que están trabajando chicos y chicas de su lugar, porque este McDonald’s sirve para integrar”, reflexiona.
Esta nueva sucursal tiene kioscos de pedidos virtuales, tablets en las mesas para elegir las opciones del menú y centros de entretenimientos con herramientas digitales. Como en todos los demás locales, no hay sorbetes ni tapas plásticas en sus vasos. A la política sustentable se le sumará, en un futuro, el envase de las ensaladas.
A diferencia de su cargo anterior dentro de la empresa, su rol en esta etapa conlleva mucho más que cumplir un horario y desarrollar ciertas tareas. Ahora, su teléfono suena a cada rato y su día empieza de madrugada “antes de que salga el sol y termina cuando el propio día desee que termine”, revela.
“Es un orgullo poder contribuir a la integración y al desarrollo de la comunidad en la ciudad de Buenos Aires. Todos en la compañía tenemos un gran entusiasmo con la inauguración de este local. A partir de esta apertura, queremos ofrecer una buena experiencia a los habitantes de la zona que nos visiten en nuestro local como también contribuir desde el aspecto social con la inserción laboral de jóvenes del barrio y su desarrollo”, sostuvo Woods Staton, presidente ejecutivo de Arcos Dorados, quien visitó a Yermina durante la inauguración.
“Quizás cuando pasen algunos días me de cuenta de cuáles son las diferencias entre mi trabajo actual y el anterior, el que hacía en la sucursal de la calle Lima al 600”, dice Yermina, que entiende que sólo el trabajo en equipo ayudará a conseguir los resultados que pretende entregar -en el corto plazo- a quienes confiaron en ella. La joven ahora hace las compras, controla a los proveedores y atiende los pedidos y reclamos de los empleados. Todo mientras saluda a los vecinos por su nombre. “Es una ventaja que me da ser del barrio: conocerlos, saber qué les gusta y darles un beso cuando vienen”, explica.
El local, de dos plantas y alrededor de 550 m2, está ubicado en Rodolfo Walsh, entre Gendarmería Nacional y Perette. Abre a las 6 y cierra a la medianoche. “Ver que llegan cosas como estas nos entusiasma porque de repente empezamos a tener las mismas cosas que hay en los demás barrios. Ya empezamos a ser un barrio como los otros de la ciudad, no una zona aislada”, se emociona.
Y finaliza: “Gracias a Dios me puedo organizar. Puedo ser madre y dueña de un McDonald’s al mismo tiempo. Mi orgullo es ver a mi mamá, que la peleó siempre, tan emocionada y contenta con todo esto… No tengo palabras para describir lo que siento. Que me apoye mi mamá es lo máximo”.
fuente:infobae