Te ha pasado más de una vez, ¿verdad? Pues esto es lo que causa la sensación de ‘alfileres y agujas’ en los pies.
Imaginemos a un padre o madre dando un biberón a su hijo. Inevitablemente, el bebé se quedará dormido mientras come y el brazo sobre el que yace la cabeza del pequeño también se duerme. Muchos solemos pensar que esto se debe a que cuando presionamos las extremidades (como el brazo o el pie), evitamos que la sangre fluya hacia esa extremidad, creando una sensación de hormigueo y una incapacidad para mover esa parte del cuerpo durante un minuto.
Realmente, cuando ejercemos presión sobre cierta parte de nuestro cuerpo, estamos comprimiendo las vías nerviosas en el proceso. Cuando estas vías nerviosas no pueden transmitir mensajes del cerebro a determinadas partes del cuerpo, entonces esa parte del cuerpo se “duerme” porque no puede comunicarse con el órgano pensante.
Cuando liberamos esa presión, el miembro comienza a “despertarse”. Este proceso generalmente viene acompañado de una sensación de hormigueo, que son los nervios de las extremidades que reactivan su comunicación con el cerebro. Una vez que se reanuda la comunicación normal entre el cerebro y esa parte del cuerpo, la sensación de hormigueo desaparece.