Este martes 3 de marzo se celebra el Día mundial de los defectos congénitos.
Las anomalías congénitas pueden ser muy difícil de identificar propiamente sus causas, ya que pueden tener un origen genético, infeccioso o ambiental. Dentro de los trastornos graves y frecuentes, encontramos las malformaciones cardíacas, los defectos del tubo neural y el síndrome de Down.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las anomalías congénitas, trastornos congénitos o malformaciones congénitas, son la segunda causa de muerte en los niños y niñas menores de 28 días y de menos de 5 años en las Américas. Junto con la prematuridad, la asfixia y la sepsis (infección del sistema inmune) representan más del 44% de los fallecimientos en la niñez.
En el mundo, afectan a 1 de cada 33 bebés y causan 3,2 millones de discapacidades al año. Se calcula que cada año 276.000 recién nacidos fallecen durante las primeras cuatro semanas de vida en el mundo debido a anomalías congénitas. Los recién nacidos que sobreviven con estas condiciones corren un mayor riesgo de sufrir discapacidad a largo plazo y otros problemas de salud.
Con respecto a la prevención, muchos defectos del nacimiento se pueden prevenir o tratar. La ingesta suficiente de ácido fólico y yodo durante el embarazo, la vacunación contra la rubéola a las mujeres (que pueden transmitirlo a sus hijos durante el parto) y los cuidados prenatales adecuados constituyen algunas medidas clave en este sentido.
El objetivo del Día Mundial de los Defectos de Nacimiento es ampliar la vigilancia, prevención,
atención e investigación de anomalías congénitas en todo el mundo.