Los gimnasios fueron uno de los primeros rubros en bajar sus persianas, una semana antes que entrara en rigor la cuarentena obligatoria y en acuerdo con el municipio, para evitar aglomeraciones.
A un mes del cierre, los 150 establecimientos de fitness de Rosario entraron en emergencia por la falta de ingresos y la necesidad de hacer frente a los gastos fijos. El drama excede a los propietarios, ya que se estima que allí trabajan unas 3 mil personas.
“Con los negocios cerrados, no tenemos forma de afrontar el pago de sueldos, alquileres y otros gastos operativos. Hay muchos empleados al borde de perder la fuente laboral y con dificultades para cobrar los meses trabajados”, detalló Guillermo Tomatis, vocero de Gimnasios Unidos de Rosario, que agrupa a unos 60 emprendimientos de la ciudad.
Los salarios, contó Tomatis, se están pagando “como cada gimnasio puede”, atendiendo a su tamaño y su estructura económica. “Algunos ya pagaron, otros lo están haciendo en cuotas, y los más chicos, de barrio, no tienen manera de hacerlo”, advirtió y dijo que aguardan ser aceptados como pymes para que el Estado abone parte de los sueldos a través del programa Repro.
Sobre los alquileres, creen que la medida nacional de congelarlos “evita desalojos y que te aumenten, pero no es una exención, tarde o temprano hay que pagar”, advirtió.
En tanto, negocian recortes con cada propietario de los locales de forma individual, con dispar respuesta.
Por ello, alertó que se encuentran “en emergencia”, ya que “si esto se sigue extendiendo la gran mayoría va hacia la quiebra”.
Además, afirman que no saben cómo será el día después de la apertura, ya que “la gente tendrá precaución y seguramente habrá restricciones”, por lo que la sustentabilidad económica de los negocios también estará en riesgo.