Un grupo de investigadores del Conicet y de la Universidad de San Martín ganó un subsidio de US$ 100.000 y se sumarán a los más de 115 proyectos de desarrollo de vacunas que hay en el mundo.
Un equipo de científicos liderado por la doctora Juliana Cassataro, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) de la Universidad de San Martín (UNSAM) y especialista en inmunología, enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas, ganó un subsidio de 100 mil dólares otorgado por la Unidad Coronavirus, Agencia de Investigación que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para desarrollar una vacuna contra el coronavirus. Se trata de la primera iniciativa de este tipo en Latinoamérica.
A seis meses del primer caso de una “extraña neumonía” que afectó a miles de personas en Wuhan, provincia china de Hubei y que luego de su rápida propagación en el mundo y tras haber sido bautizada como COVID-19, enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2, se identificó en tiempo récord su genoma, se la clasificó como pandemia y actualmente registra 6 millones de casos confirmados, 365 mil muertos, 2.5 millones de recuperados y 213 países afectados, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
En este contexto, los científicos e investigadores de todo el mundo trabajan a contrarreloj, superando las etapas y protocolos en tiempos récords, en el desarrollo de una vacuna contra este virus, con más de 115 proyectos en curso.
¿De qué se trata el proyecto de vacuna argentina? En diálogo con Infobae, Juliana Cassataro, líder y coordinadora del equipo de 11 científicos conformado también por los investigadores Karina Pasquevich, Lorena Coria, Diego Álvarez, Eliana Castro, Claudia Filomatori y Lucía Chemes y becarios Celeste Pueblas, Laura Darriba, Laura Bruno y Eugenia Bardossay, explicó: “Estamos recién empezando, es un proyecto que nos financió la Unidad Coronavirus del MINCyT hace 15 días, somos un grupo multidisciplinario de inmunólogos que ya veníamos trabajando en vacunas, virólogos y expertos en estructura de proteínas”.
“Nos presentamos a la convocatoria porque ya veníamos trabajando en vacunas orales, contra enfermedades infecciosas y veníamos viendo que hay algunos grupos en el mundo que están muy adelantados y la pregunta que nos planteamos si valía la pena empezar algo desde acá algo, pero en el mundo como nosotros hay cien grupos que recién empiezan a probar, y si efectivamente logran resultados exitosos habría que ver lo que sucede con la distribución de las vacunas, para que efectivamente lleguen a nuestro país y a todo el mundo, por eso nuestro proyecto es para probar en más o menos 9 a 12 meses lo que sería la etapa preclínica, y si tenemos buenos resultados ahí tendremos que conseguir mucho más financiamiento para comenzar la etapa clínica”, agregó.
En estos momentos, el proyecto de los científicos argentinos se encuentra en una fase de estudios preclínicos. “Ahora estamos en la parte en donde los especialistas virólogos y de estructura de proteínas se encuentran eligiendo cuáles son las partes del virus (SARS-CoV-2) que se van a usar en la vacuna, nos queremos asegurar que tenga los antígenos de la cepa que circula en nuestra región”, precisó Cassataro.
Respecto a cómo seguirá el proceso en ese punto, la investigadora manifestó: “allí lo probaremos con diferentes adyuvantes o formulaciones en ratones para ver la inmunogenicidad, y ver cuál de todos los que probamos da la respuesta que buscamos, que es encontrar anticuerpos neutralizantes del virus”.
“Lo que vamos a desarrollar es una fórmula de vacunas a subunidad, con proteínas recombinantes, como la que se da contra la Hepatitis B, pero vamos a probar también con adyuvantes conocidos como los que se dan contra la influenza estacional y también probaremos unos compuestos que tenemos patentados con el CONICET y UNSAM que mejoran la administración oral, probaremos las dos cosas, es decir la vía oral y parentenal -se aplica por vía intramuscular o a través de la piel (subcutánea)- y la que funcione mejor y además sea más económica en cuanto a su producción y facilidad de administración es la que vamos a seguir”, detalló la especialista en inmunología”.
Respecto a si es posible implementar la inmunidad de rebaño en el mientras tanto, Cassataro dijo: “Lamentablemente por lo que sabemos de trabajos publicados por investigadores franceses, la inmunidad de rebaño no está sucediendo. Por ejemplo, en Francia y España que tuvieron alrededor de 27 mil muertos cada nación, sólo el 5% de la población tiene inmunidad, con lo cual para llegar al 60%, 65% que se necesitaría de inmunidad para lograr la inmunidad de rebaño, es muy peligroso pensar en eso, y todos los países que abrieron sus cuarentenas tuvieron que volver a cerrarlas”.
Consultado sobre cómo ve el desarrollo de una vacuna para el coronavirus y el problema en cuanto a su producción, distribución y accesibilidad, el científico y Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Roberto Salvarezza, manifestó: “Aquí hay un tema de fondo en el desarrollo científico mundial, que es saber cómo compartimos el desarrollo científico. Desde 1949 el acceso a las tecnologías científicas es considerado un derecho humano, como lo es la salud o educación. Uno mira el tema de la vacuna como un desarrollo científico donde puede haber una patente detrás de su aparición. Pero también está el tema del acceso universal a un desarrollo tecnológico que debe ser compartido a las grandes empresas con capacidad de desarrollo de su producción”.
“Si hay solo un país, un solo productor de vacuna, ¿cuánto tiempo se va a tardar en distribuirla a todos? Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los países, se debe abordar el tema. Tenemos que compartir esa patente y que todas las farmaceúticas la obtengan para poder volver a poner en movimiento al mundo. Esta situación de crisis mundial nos pone a todos en un lugar más pobre. La vacuna del coronavirus tiene que ser un lugar y una oportunidad para discutir el tema de las patentes. Que nos lleva a otros temas de salud como los medicamentos contra el cáncer o HIV y su costo enorme que tienen. Hay que humanizar el acceso a los medicamentos y a las vacunas, porque en definitiva es el acceso a la salud”, agregó